España está de enhorabuena. También lo está Rodríguez Zapatero. La dimisión del falangista y ex ministro de Justicia abre una puerta de aire fresco a la democracia. Con él se había convertido la Justicia en el hazmerreír de la democracia; una democracia que empezaba a ser patatera y de mal gusto.
Ayer, a las siete y cuarto de la tarde, le presionaba el presidente Zapatero y le daba el ultimatum. Bermejo no ha sido capaz de soportar la presión y el desprecio de la ciudadanía. Sus insultos a los ciudadanos ya no serán igual. Su desprecio a los caseros de la cacerías le serán devueltos en forma de declaración (Ver el diario el mundo del 22 de febrero). Zapatero estaba de él muy harto, como lo estaban ‘la mona’, ‘la pija’ y ‘el tuerto’. Sin duda el más asqueado de tener un ministro así era el siempre formal, aunque retorcido, Fredy Pérez Rubalcaba.