Era de esperar. Sabíamos que entre mediocres siempre hay lucha por destacar. Y en esta ocasión no es excepcional. Estas dos ajadas, vulgares y mediocres se odian a muerte. La política hace extrañas compañeras de cama y estas dos se la tenían jurada desde la exhibición de Vogue.
Si unasube, la otra baja. ¡Hace falta cuajo para aguantar a esta pareja! Salgado siempre ha imitado a De la Vega, sabedora que «la imitación es la fase inicial de la lisonja». Pero ahora que está a su altura la desprecia. Entre sus asesores de confianza la llaman «ET», y lo hacen con todo el desprecio que los lectores se pueden imaginar; aunque luego lo niegue. «Leemos mal en el mundo y después decimos que nos engaña», decía Rabindanat Tagore.
Estas pareja de torpes y de aficionadas han iniciado una guerra tonta, aunque más tonta es quien cree haberla iniciado. Ambas son poco buenas personas, como dicen sus compañeros de Gabinete. No se las come ni el cocodrilo infectado del lago Titikaka. Decía un amigo nuestro que «no habla con estos bodrios amarranados ni con escafandra».
«Se puede confiar en las malas personas, no cambian jamás», decía William Faulkner. Pero en este caso tampoco confiamos en ellas, aunque sigan siendo malas personas. Dan «yuyu», también lo da su jefe de filas.