España no dedica a la educación lo que debería dedicar. No solo no lo hace, sino que lo incumple sistemáticamente. Si siempre se ha hablado del 6% del PIB como la cantidad que se debe dedicar a la educación, actualmente la media de los países de la OCDE está en el 5,5%. El porcentaje dedicado por España está bastante alejado de esa media.
Hay algo que es evidente: no por dedicar más medios la educación es mejor. Sí existe la posibilidad de organizarla y planificarla mejor, pero los medios y los recursos no lo son todo, como se ha demostrado suficientemente. Cuando los recursos permiten una correcta y adecuada planificación se puede apostar decididamente por la calidad de la educación. Léase con detenimiento; no hablo de enseñanza o de instrucción, hablo de la educación en sentido amplio. Y esa calidad puede llevarse a cabo siempre que en los niveles básicos se afronten con rigor los retos que se plantea la sociedad.