En los recientes juicios contra presos etarras, el arrepentimiento no se encuentra en su diccionario de uso. Éste es el punto de la hipocresía al que me he referido en numerosas ocasiones, donde se incluia la internacionalización del conflicto, con el apoyo pactado del ejecutivo español.
La terminología utilizada por Euskadi Ta Askatasuna, Batasuna y el entorno de Rodríguez Zapatero, más parecía una negociación entre bandas que entre bandos, donde la injusticia se extendía desde la negación de reuniones que sí existieron entre ETA y el PSOE — traicionando e incumpliendo la Ley de Partidos — hasta la pretensión de seguir negociando a sabiendas de que se negaría la mayor de cara a la ciudadanía.
De lo referido más arriba sabe mucho Pérez Rubalcaba, desde que aprendió a engañar a los sindicatos docentes con motivo de la negociación de la LOGSE, allá por la segunda mitad de los años ochenta. Hasta María Teresa Fernández de la Vega nos quiso hacer ver que no estaba dispuesta a poner el Estado en venta: “El Estado de Derecho no se negocia”, ha repetido con insistencia.
Y tanto repite la vicepresidenta aquello que desconoce que acaba haciendo el ridículo más inesperado, como en la rueda de prensa de hace unos días. Ridículo que empieza a ser normal y habitual en ‘Maritere’, tras el esperpento que arrastra Manolo Chaves, la ‘patosidad’ que acompaña a la ministra de Defensa y el ‘circo’ que moviliza Bibiana Aído, por lo que en los próximos días será declarada ganadora del Premio «Borrica 2009».