Carta personal a Iñigo Urkullu, presidente de la ejecutiva del PNV.

Señor Urkullu:

¡Qué guapo estaría usted si se metiera la lengua en su «kullu», como le dicen con frecuencia en ese, su rinconcito vasco!. Y le recuerdo esa expresión, porque no hay día que no diga usted toda una sarta de insensateces. ¿De dónde ha sacado, señor Urkullu, que el posible pacto entre PSE y PP es un «golpe institucional»?. ¿Quién le ha aleccionado tan mal? No sea usted mediocre… que lo es… y así se lo recuerdan frecuentemente en su propio partido. Ya sabemos que fuera del poder hace frío, pero es lo que el PNV se ha ganado a pulso.

Le recuerdo que el número de parlamentarios es lo que cuenta en democracia. ¿Acaso no recuerda lo sucedido en Galicia hace cuatro años? Su lehendakari reconoció como legítimo que pactaran en tierras gallegas el BNG y el PSG, porque aritméticamente sumaban mayoría. ¿Es que no le han enseñado a sumar en la ikastola de su barrio?. Pues estamos en la misma situación, pero con el agravante de que el PP arrasó en Galicia y, entonces, no pudo tocar poder por el egoísmo nacionalista y el odio socialista. ¿Recuerda que al PP le faltó un solo escaño para la mayoría absoluta?

No siga diciendo tantas barbaridades, aunque reconozco que es muy propio de usted. Recuerde que el PNV no es la religión vasca, ni Euskadi es patrimonio del Partido Nacionalista Vasco.

Mire, señor Urkullu, el pueblo vasco se ha hartado de ustedes, de su represión diferida, de su apoyo callado a ETA, de su confusionismo y de su permanente protección al mundo ‘abertzale’, con suculentas ayudas económicas a «Etxerat» y a «Askatasuna». Y lo han hecho por cobardía y por identificación nacionalista, además de por despecho a un amplio sector de la población vasca y española y a las fundaciones y agrupaciones democráticas que han  reclamado de ustedes ayuda y comprensión.

El PNV lleva años fomentando la desestabilización institucional. Se ha enfrentado al Estado con auténticas gansadas, como el mal llamado «Plan Ibarreche».  Semejante atrocidad solo puede ser producto del aldeanismo que abandera su partido. Actualmente sería una tremenda irresponsabilidad dejar que el PNV gobernara en minoría, por lo que Pachi López debe ‘atarse los machos’ con seriedad y sentido de Estado; aunque en este caso sea sentido de comunidad autónoma.

Va siendo hora de que el rinconcito vasco se someta a la Constitución, con todas las consecuencias. Desde el PNV se han creído el centro del mundo y el ombligo catedralicio y hemos comprobado que Euskadi sigue atrasado en el plano democrático. Hay que acabar con la violencia y el terrorismo, cuestión intocable para el PNV, más dedicado a subvencionar al entorno asesino que a reconocer a las víctimas del terror.

El cambio debe empezar ya. Mejor dicho: el cambio empezó el mismo domingo de las elecciones. Y en el paquete del cambio se incluye la travesía del desierto del PNV. Los nacionalista, impregnados de borrachera independentista, son el pasado y representan lo cavernícola, la noche y el mundo siniestro. El PNV es un simple experimento y el tiempo ha demostrado que no valía la pena.

Ustedes han vivido haciendo el tonto.  Y vivir así es muy fácil, como apuntaba Dostoievski. Han permitido que ETA meneara el árbol para poder recoger el fruto fácil, sin compromisos y escondiendo la cabeza bajo el ala, cual cobardes embriagados de irresponsabilidad.

Ante la más mínima adversidad se arman de insultos y disparan con su escopeta de decir tonterías. Han demostrado gran cobardía en momentos puntuales de la Historia reciente, desde el asesinato de Miguel Ángel Blanco hasta la detestable negociación con ETA, pasando por el atentado a Gregorio Ordóñez y la permanente agresión a su sepultura.

Sus permanentes lágrimas de cocodrilo han encendido el odio de muchos vascos y no menos españoles de corazón y de razón. Ha llegado el momento de que cierren la puerta y apaguen la luz. Van a perder la ‘mamandurria‘ a la que han estado sujetos durante toda la era democrática. Se quedarán sin prebendas y deberán enviar a casa a más  de  dieciséis mil cargos y carguitos de libre designación de su partido.

Señor Urkullu: ustedes han perdido el prestigio, si  es que alguna vez lo tuvieron, que lo dudo. Le recuerdo, en palabras de Jules Romains, que el prestigio es el máximo dirigente del mundo, pues dirige todos los gobiernos.


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Una respuesta a “Carta personal a Iñigo Urkullu, presidente de la ejecutiva del PNV.

  1. Es normal que siente mal que los demás hagan pactos y te echen de la que ya piensas es tu casa en propiedad, y lo de no aceptar las reglas del juego, como los votos de los parlamentarios para elegir al presidente o en este caso, al lehendakari, es propio de lo que son, un partido que defiende a etarras y no reconoce la Constitución Española.
    Saludos.