EL CORREO DE ESPAÑA / Escuchando los balances que hace de su gestión llega uno a la conclusión de que Pedro Sánchez contempla la realidad sólo para mentir mejor. O es eso lo que le pasa, o es que, realmente, es como aquella otra calamidad política que fue el Cónsul romano Antonio Híbrida, del que Marco Tulio Cicerón decía: “Le llaman Híbrida porque es mitad hombre mitad imbécil. Aunque, personalmente, de la primera mitad no estoy seguro”.
España se desmorona en un proceso de balcanización estructural muñido en ese bálsamo de fierabrás que llaman Consenso Constitucional. El pueblo español se empobrece hasta en sus actos más cotidianos: encender la luz, poner la lavadora, hacer la compra, llenar el depósito del coche, tomarse una caña… España arde por sus cuatro puntos cardinales, literal y metafóricamente, y Pedro Sánchez se fotografía entre cenizas y pobres echándole la culpa de todo al franquismo, a Putin y al cambio climático, y nos presenta un balance de su gestión gubernamental que no mejoraría ni las res gestae de la mitológica Arcadia Feliz. Sigue leyendo