Nunca antes habían abandonado el mitin del jefe de filas los propios socialistas andaluces; esta vez lo han hecho. Y muchos, al igual que otros abandonaron a Sánchez en la sala de Davos.
Por Jesús Salamanca Alonso / Sánchez vuelve a los habituales insultos en la campaña andaluza. Lo hace con mantras, nada nuevo bajo el sol. Los insultos y las acusaciones de corrupción son la única vía de escape y pretendida. Sabe el presidente del mal que ha hecho y no encuentra cómo ampararse. Si las encuestas aciertan, el batacazo será monumental. Lo sorprendente es que Pedro Sánchez pretende defenderse con su propia corrupción, la de su partido y corruptelas mil.
Hace campaña rodeado de traiciones de sus socios, desprecios de miles de votantes y como diana del hundimiento de España. Esta vez ha dejado bien aparcado el Falcon y se ha rodeado de cámaras y otros medios, incluido Netflix, para rodar «su documental». Estamos ante la reacción del típico chulo barato que pretende vivir de ensoñaciones pensando que su Gobierno ha hecho historia. Y la ha hecho, pero destrozando España, arruinando a los españoles y dejando las infraestructuras al borde del colapso. Inútil total. Ya es un presidente para el arrastre, como llegó a decir el presidente francés a otros colegas de la Unión Europea. Sigue leyendo