Por Eloy R. Mirayo / EL CORREO DE ESPAÑA / Esas deberían ser las lágrimas de la señora Ione Belarra, ministra de Derechos Sociales: las lágrimas de la gilipollez y el sin sentido, ofendiendo al Tribunal Supremo señalándole públicamente como prevaricador.
Si esta señora fuera capaz de ordenar las tres o cuatro cositas pequeñas que estén en su cerebro, utilizando para eso sus profundos conocimientos psicológicos, reconocería la profundidad del agujero donde cualquier paisano podría pensar que, imbécilmente, ha llegado su metedura la pata: «la retirada del escaño al diputado de UP, Alberto Rodríguez.» Hace falta ser muy osada, si no imbecil o muy cerrada de entendimiento, para acusar, sin el necesario conocimiento de Derecho, al Tribunal Supremo de prevaricador.
¿De qué coño le ha servido a esta prójima su lustrosa carrera de Psicología y su master en una de sus ramas? Sigue leyendo