Ante todo hay que resaltar la hermosura de esta imagen, guía y espejo de los portillanos. Tal y como se explica en la página Web del Ayuntamiento de Portillo:
“Las fiestas patronales de Portillo tienen lugar del 7 al 14 de septiembre, del 7 al 10 en el distrito primero y del 11 al 14 en el distrito segundo. El día grande desde el punto de vista religioso es el día 8 de septiembre, festividad de la patrona Santa María la Mayor de Portillo , de gran arraigo popular, que comienza con un novenario y concluye con una procesión, recorriendo la imagen de la Patrona (escultura gótica de la Virgen con el niño, de un gran valor y fechada hacia el año 1300) las calles de la Villa, y siendo costumbre el baile de la jota tradicional por parte de los vecinos frente a la imagen al son de la dulzaina y charambita”.
Sin duda, la imagen de Santa María la Mayor de Portillo (ver foto superior) es una de las piezas góticas de mayor valor en la provincia de Valladolid. dicha imagen es paseada por las calles del primer distrito con toda solemnidad. Un dato a tener en cuenta es que, durante la procesión, debajo de las andas donde va la imagen, no faltan devotos cumpliendo promesas hechas durante el año o en momentos anteriores: un valor que realza sobremanera la admiración hacia ellos de quienes no son devotos o miran con distancia la religión.
Durante el recorrido es elogiada con piropos y alabanzas, sin que falten las bandas de música y los centenares de personas que bailan espontáneamente durante todo el recorrido. Llama la atención el fervor que tienen los portillanos a esta imagen de la que, según la tradición, brotaron lágrimas el 8 de septiembre de 1935, en el momento de colocarla en su hornacina. Algunos han querido ver en esa señal “el dolor celestial por lo que iba a suceder en 1936″; es decir, la guerra civil española que se inció con el levantamiento militar del 18 de julio. Pero ese dato es parte de la ‘milagrería’ (en la vida portillana y arrabalera, que es lo mismo, hay en abundancia) y lo contaremos en otro momento, junto con otros milagros muy curiosos y llamativos.
Algunos años, la procesión del 8 de septiembre dura la tarde entera y, una vez finalizada ésta, los asistentes se agolpan en la puerta de la iglesia que lleva el nombre de la imagen para ver entrar a ésta: la imagen es introducida de espaldas al altar mayor y, hasta que llega ese momento, los presentes son testigos de esa fe profunda que profesan los portillanos a Santa María la Mayor, patrona de Villa y Tierra.
Gritos y gritos de los fieles, echando piropos a su patrona que, a decir verdad, ponen los pelos como escarpias. El momento es emocionante, sin igual, para los portillanos y para cualquier creyente. Doy fe. Y doy fe porque lo vivo todos los años desde que era niño. Sigo viviéndolo y lo haré mientras la salud y las circunstancias lo permitan.
“¡Viva ese Niño!”, “¡Viva Santa María la Mayor!”, “¡Viva el espejo de los portillanos!“, “¡Viva nuestra Madre!”,… son algunos de los piropos enfervorecidos que escuchan los asistentes en la puerta de la iglesia que lleva el nombre de la imagen.
Durante años ha sido muy curiosa la estampa presenciada en el momento de introducir la imagen en la iglesia. Algunos fieles empujan desde dentro, como si no quisieran que la imagen entrara, porque ya no vuelve a salir de la iglesia hasta el año siguiente. Algo digno de ver y disfrutar. Cuando suena el himno nacional, la imagen es centrada en el hueco de la puerta para no dañar las andas. La procesión finaliza con aplausos y con una extraña sensación, aunque a partir de ese momento ya falta menos para la procesión del año siguiente.