Los políticos sí son el problema, diga lo que diga Lolita de Cospedal. Una prueba de ello es que son uno de los tres primeros problemas que más preocupan a la ciudadanía. No podía ser de otra forma desde el momento en que cada día sale alguien que se ha lucrado a costa de los contribuyentes, del erario público o de raros y sucios artilugios manipuladores.
¿Echamos una ojeada al panorama nacional? Ahí tienen al ‘empalmado’ real, a la concejala de juventud de Palencia, al ladrón Bárcenas, al perseguido ex ministro (José Blanco), los implicados en los ERE de Andalucía, el propio Cháves, Griñán, los sindicalistas imputados,… ¿Y no son los políticos el problema? Lo que sí es cierto es que ellos no son parte de la solución, porque ante la pasividad y la lentitud calculada de la Justicia, el pueblo ha tomado posiciones y está dispuesto a actuar. Sin duda, si yo fuera juez se me caería la cara de vergüenza, sobre todo al comprobar que la calle asume una responsabilidad que es la irresponsabilidad de otros.
Pero volvamos a lo dicho por Lolita de Cospedal. Afirmar que los escraches son “nazismo puro” me parece una barbaridad sin precedentes. Puestos a comparar: si eso es nazismo puro, tal vez es que ella pretende imitar a Hitler, pero sin bigote. Diciendo tonterías, Cospedal no es mala chistosa. Posiblemente ella esté en política «no por medrar», pero muchos de sus compañeros han demostrado que sí están por medrar y por hacer dinero. Incluso acabo de leer en prensa que muchos procuradores de las Cortes –de una Comunidad presidida por el PP– aún no han intervenido en sede parlamentaria en dos años y otros solo una o dos veces. Lo que sí es cierto es que siempre han cobrado las dietas por ir a dormitar al parlamento y por consultar en el ordenador personal páginas poco saludables y nada edificantes.
No defiendo los escraches a la puerta del domicilio de los políticos, aunque se lo merecen con creces, porque ellos han hecho escrache a la ciudadanía con los recortes y han conducido a los contribuyentes a verse acosados ante la pérdida de trabajo, la legislación para el abuso de las preferentes, la ley hipotecaria y la eliminación de la paga extra en el caso de los funcionarios.
Eso también es acoso y derribo. Su escrache ha llevado a la muerte a varios ciudadanos. ¿Ha muerto algún político por escrache? Ninguno, todavía ninguno. No tienen derecho a quejarse. Recientemente presencié un escrache en una cafetería –estaba sin preparar ni planificar—y los dos altos cargos políticos se vieron obligados a abandonar el local, tras los pitos e insultos de la ciudadanía presente. Todo acabó con un aplauso cerrado, como símbolo de haber alcanzado el objetivo.
Quieran, o no, tendrán que acostumbrarse a ello, por mucha normativa que apruebe el Gobierno. Es lo que hay. Las sanciones se les van a volver en contra a los propios políticos. ¡Ya llegará la hora de ir a las urnas! ¡Tal vez nos convenga, en ese momento, mantenernos a 300 metros de sus papeletas!
El tipo de política actual no es necesaria. El PSOE nos metió en el agujero y el PP no es capaz de sacarnos del ‘infierno’. La derecha nos ha mostrado una crisis de valores; el PSOE no nos mostró esos valores porque carecía de ellos y ahí se explica su política de mentiras, tergiversaciones y corrupción. Algo que ha sabido imitar la derecha a la perfección.
Jesús Salamanca Alonso