(La Gaceta) – La ministra de Sanidad, Leire Pajín vivió hace algunos días un desagradable incidente en el comedor de Horcher, uno de los restaurantes más exclusivos y también más caros de Madrid. La ministra, que había acudido al selecto establecimiento hostelero junto a dos acompañantes, fue increpada por una comensal, una ciudadana anónima, que le afeó su doble condición de representante del Gobierno socialista y asidua a la cocina de cinco tenedores, “a cuenta” –añadió– “del sueldo que le pagamos todos los españoles”.
Con serenidad, aunque en un tono de voz lo suficientemente elevado como para que pudieran escucharlo los demás clientes que a esa hora degustaban las exquisiteces del menú, la citada comensal recriminó a Pajín el discurso falsamente solidario de los socialistas, “los recortes sociales” acometidos por el Gobierno y los cinco millones de parados, argumentos más que sólidos, dijo, para censurar su presencia en un restaurante tan caro como Horcher. En ese instante Pajín, que se había levantado de su asiento para atender a las palabras de su interlocutora, estuvo a punto de tropezar.
El momento de máxima tensión se produjo cuando los escoltas de Pajín solicitaron a la comensal y a sus acompañantes que se identificasen. Una pretensión a la que estos se negaron, alegando no haber cometido ningún delito. Finalmente, tras atender las explicaciones de los guardaespaldas, la ministra decidió abandonar Horcher sin haber dado cuenta siquiera del segundo plato.
Y es que… quien siembra vientos, recoge tempestades, o lo que es lo mismo, esas cosas que se lanzan con maldad y por decreto contra otros son boomerangs que vuelven de nuevo a donde salieron, haciendo más pupa que al principio contra el que los lanzó.