Hace tiempo que muchos ciudadanos y ciudadanas, como dicen en los sindicatos burgueses, hemos dejado de creer en la Administración que preside Herrera Campo; incluso de ella dudan muchos de cuantos le rodean a diario. «Castilla y León educa bien», ha dicho el presidente de la Junta de Castilla y León, pero no es gracias al esfuerzo de su gente de confianza ni a los desvelos de sus asesores, consejeros y ‘besamanos’ que le alfombran el día a día.
Si educa bien Castilla y León es gracias a los profesionales de la docencia que han tenido la fuerza y el coraje necesario y suficiente para permanecer en Castilla y León, en vez de salir corriendo hacia otros lugares, a pesar de las trabas y dificultades que la propia Administración regional les ha creado a diario. Hoy un elevado porcentaje de universitarios de Castilla y León se ven obligados a emigrar a Madrid, Valencia, Barcelona y Bilbao, sobre todo. Es precisamente por eso por lo que a Herrera Campo mucha de su gente se le empieza a echar al monte, empezando por algunos de sus directores generales de las distintas Consejerías.
No nos cansaremos de repetir al presidente que su propia gente le torpedea, ningunea y engaña. Incluso vamos más allá: sus libremente designados se esconden tras la cobardía que Dios les ha dado y que con el tiempo ellos han desarrollado. Pueden llamar ustedes a cualquiera de sus altos cargos y comprobar que siempre utilizan a sus secretarias para que manifiesten las mismas justificaciones: «Está reunido/a», «acaba de salir», «le llamará a lo largo de la mañana»,…. bla, bla, bla,… Y el pobre Juan Vicente pensando que le hacen correctamente el trabajo y que ‘su’ comunidad va viento en popa; aunque tal vez eso no sea lo peor, sino que permanece engañada demasiada gente.
No estaría de más que abandonara el terreno alfombrado y pisara la calle; entonces comprobaría que desconoce cuanto le venimos contando. Y lo desconoce porque le engañan sus propios colaboradores. «¡No lo creo! ¡Estoy seguro que os reciben todos mis cargos de confianza!», acostumbra a decir. «¿Lo comprobamos?», le contestaron.
Pasan unos días y llamaron a una directora provincial de educación de la Comunidad para resolver un problema de envergadura y…. ¡Juan Vicente sigue engañado, ninguneado y alejado de la realidad diaria! La secretaria del cargo respondió como de costumbre: «¡La directora provincial está reunida fuera de la Casa y no sabemos dónde!». Intentaron pedir a Presidencia que le localizaran y, a los pocos minutos, llamó un funcionario de la Dirección Provincial sin mostrar ningún tipo de capacidad resolutiva.
Los afectados acabaron hartos de la situación y no tardaron en recurrir de nuevo al presidente: «¡Herrera, tu gente te tanga a diario y se mofa de la ciudadanía! ¡Escucha lo sucedido!». El presidente aún dudaba, pero ésta es la fecha que aún no ha tomado decisiones de cese.
Dice el refranero que: «cuando los que mandan pierden la vergüenza, los que obedecen pierden el respeto». Seguimos pensando que nuestro amigo, Herrera Campo, debería reflexionar y pensar en lo que está sucediendo en ‘su’ Administración regional. Muchas veces nos acordamos de Federico II el Grande, por aquello de que «conocimientos puede tenerlos cualquiera, pero el arte de pensar es el regalo más escaso de la naturaleza».