Hablamos de crisis económica nacional y hay gran motivo para ello, sin embargo la crisis institucional y territorial que afecta a España es más grave que la económica y tiene más compleja solución.
En 1996 la situación económica era incluso peor que la actual en algunos extremos y con un gobierno popular se resolvió en solo dos años.
La tasa de parados entonces era del 21%, ahora lo es del 20%, la deuda pública era superior aunque ahora crece a un ritmo extraordinario y no hay manera de controlarla.
La prima de riesgo, esto es, la diferencia entre la deuda pública alemana y la española, -que al final determina nuestro tipo de interés- se llegó a situar en 500 puntos en 1996 cuando hoy está en 200, y en la etapa de Aznar y Rajoy llegó a ser negativo, o lo que es igual, era más fiable la deuda nacional que la alemana, y por ello los ahorradores internacionales nos prestaban más barato que al resto de países.
España salió por tanto de una crisis similar en 1996 y ahora volverá a hacerlo con el gobierno de Rajoy. Lo que tiene más difícil arreglo es la grave crisis institucional en la que Rodríguez Zapatero nos ha sumido. Solo él es responsable de que durante cuatro años se haya estado aplicando un estatuto de autonomía parcialmente inconstitucional en Cataluña, y el poder judicial esté hoy, desde el Tribunal Supremo al Constitucional, cuestionado por el separatismo y parte del socialismo supuestamente español.
El todavía presidente de España ha quebrado todos los consensos, rompió el Pacto por las Libertades y contra el Terrorismo, y negoció con ETA, quebró el pacto del desarrollo del Estado Autonómico e impulsó las reformas de los estatutos sin consenso, con textos que nos han llevado a polemizar durante cuatro años, y lo que queda.
Además, Zapatero, ha roto también el Pacto de Toledo sobre las pensiones, al congelarlas unilateralmente, derogando para ello una ley de 1997, con gobierno popular, que garantizaba la recuperación del poder adquisitivo para todos los jubilados españoles y las sacaba del debate político.
Lamentablemente hoy España se arrastra en el fondo de la crisis, lastrada por un gobierno, y un partido, desacreditado en el exterior y dividido en el interior. De la ruina económica saldremos en la primera legislatura sin Rodríguez Zapatero, de la crisis institucional costará más.