«La cobardía de la ministra contrasta con su «pronto» desvergonzado. No solo no ha pedido perdón a los transportistas, sino que ha negado los insultos que todos tenemos grabados».
Si por algo se ha caracterizado Raquel Sánchez Jiménez, ministra de Transportes, Agenda Urbana y Movilidad, ha sido por su incoherencia nada resolutiva como alcaldesa de Gavá, su facilidad para insultar al oponente y su simplicidad para llamar «fascista» a quienes no se pliegan a sus deseos. Tal torpeza le ha acarreado problemas en el PSC y se los acarrea ahora como ministra, muy incompetente, visto lo visto, pero ministra. Se dice de esta ministra que, si los incompetentes volaran, no nos daría el sol.
«En el PSOE español cuecen habas, pintan bastos y se proporciona prostitutas por catálogo. Tampoco faltan visitas reiteradas a los prostíbulos andaluces y madrileños y se paga con dinero público»
Sorprende que el sensato, Salvador Illa, sea su principal aval, un hombre nada dado a las estridencias, aunque, por motivos de su anterior cargo, esté en las puertas de la Fiscalía Anticorrupción y porque se perdió dinero de encargos pagados y que nunca se recibieron. Tremendo error del presidente al fijarse en ella para sustituir a José Luis Ábalos al frente de un ministerio clave o, si se prefiere, de los considerados «de Estado».