La formación que abanderó el 1-O está rota, dividida en bloques y llorando por las esquinas tras la suspensión de Laura Borràs como presidente del Parlamento catalán.
Por Jesús Salamanca Alonso / Cuando hablamos de políticos despreciables, incluimos ahí varios infravalores entre los que se encuentra la resistencia a marcharse del cargo, renunciar al sueldo, prescindir de numerosos privilegios, prebendas y un largo etcétera. El último caso con el que hemos tropezado es el de Laura Borràs quien, hasta ayer, era presidenta del Parlamento catalán. «Tendrán que matarme», dijo el «caballito de mar», como popularmente se la conoce entre sus compañeros de formación o simplemente «percherón» en el decir de la oposición españolista, aunque de forma cariñosa.