El actual Gobierno es un trilero que vende humo sin quitarse la chaira de entre los dientes, a la vez que esconde la cabritera para sublimes traiciones.
Por Jesús Salamanca / Tras las trampas y olvidos de Moncloa hacia los madrileños durante la borrasca filomena, así como los engaños que tramaron Sánchez, Iglesias y Marlasca con las amenazas durante la campaña electoral madrileña, podemos esperarlo todo, pero nada bueno. El actual Gobierno es un trilero que vende humo sin quitarse la chaira de entre los dientes, a la vez que esconde la cabritera para sublimes traiciones.
No tengo duda de que Pedro Sánchez volverá a quedar con las posaderas al aire, como tantas veces, de la misma forma que Gabriel Rufián, el «botifler» en vías de rendir pleitesía a la monarquía española, se ha quedado solo con aquello de que «Madrid es un paraíso fiscal». Y sí lo es, pero por la adecuada y acertada gestión de impuestos, no por esconder dinero de los Pujol, ni de la consorte de Puigdemont, ni de Pere Aragonés, ni de fraude fiscal como el de Arturo Mas y otros «angelitos»: Madrid no crea estupideces en forma de embajadas; tampoco mantiene a golpistas huidos de la Justicia en Waterloo; no malgasta dinero en material sanitario adjudicándoselo a sus alcalde; no oculta maletas extrañas procedentes de Venezuela; no esconde tramas familiares de corruptelas como la presunta de PLAYBOL; no trapichea con Delcy Rodríguez ni miente sobre el espacio Schengen. Y un largo etcétera.