Nunca serás una mujer, jamás serás un hombre

Maricones

EL CORREO DE ESPAÑA / Cuando acaban cediendo todas las normas de una conducta civilizada no hay más leyes que las del capricho devenido necesidad, ni más código que el deseo almenado de mandato imperativo. Se abren las puertas de la demencia colectiva que reglamenta el caos que ese patético Prometeo, que se sueña Dios, cree poder gobernar transformando sus deseos y sus caprichos en la voluntad de ser; de ser incluso lo que no es porque un delirio le hace reafirmarse en la negación y el rechazo de lo que esencialmente y biológicamente es: un hombre o una mujer. Sigue leyendo

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