Para nadie es secreto que a Sánchez le mueven más los intereses narcisistas que los generales de la nación.
Por Jesús Salamanca Alonso / Desde que Pablo Iglesias se vio en el Gobierno es muy dado a levantar la chepa por encima de Pedro Sánchez. Y lo hace cada tres por dos, de ahí que renazcan las tensiones entre los dos gobiernos. Tan solo se ponen de acuerdo cuando ven peligrar su mamandurria y su sueldo: es inentendible que se haya torpedeado la comisión de investigación sobre las cuentas y cloacas de Unidas Podemos y, sin embargo, el socialismo y la ultraizquierda se embarquen en solicitar una comisión de ese mismo estilo en el caso “Kitchen” o renegaran de hacerlo en Andalucía durante la legislatura anterior: el gasto de dinero público en “mujeres de moral distraída”, orgías, drogas y corruptelas varias no pareció ser un tema de interés para el socialismo andaluz. Es una prueba más de cómo entre los dos partidos coaligados por intereses personales se acusan de corruptos e incompetentes, pero dan prioridad a mantenerse en la alfombra roja mientras hacer de Pilatos sigue siendo su principal papel, fruto de la incompetencia reiterada y de la memez dialéctica.
Para nadie es secreto que a Sánchez le mueven más los intereses narcisistas que los generales de la nación. Desconoce qué es eso del concepto nación, como Iglesias desconoce que la alusión “Coletas rata”, aparecida en Asturias, no es acoso ni terrorismo ni nada de nada sino una alusión a lo que la izquierda considera verdadero y demostrado: echen un vistazo a las múltiples acusaciones de sus propios militantes y su exabogado o a las palabras de Errejón en el diario “El Mundo”: “Podemos ya no es el partido que se fundó con objetivos claros y definidos”. Sigue leyendo