Albert Rivera es como la brisa, un día sopla para un lado y al día siguiente lo hace para otro.
Por Jesús Salamanca Alonso / Empieza a ser insoportable el tal Albert Rivera. Poco a poco la gente le va conociendo y ya sabemos de qué pie cojea. No mantiene un criterio en los temas que debe abordar como ‘padre de la patria’: es lo que en mi pueblo llaman “un veleta dislocado”.
Lo de ser veleta le pasa con excesiva frecuencia. Durante semanas defiende una postura y en un instante concreto vuelve el rabo. Es de esas personas a las que no hay que creer. Su falta de criterio se ha vuelto a demostrar con la PPR: primero defendió la postura del PSOE, Podemos, PNV, Bildu, Mareas,…y toda esa morralla social y, después, justo en el momento de votar, ordenó a los suyos que cambiaran el voto.
En esa ocasión acertó aunque sirvió de poco, pero nos dejó con el culo al aire a todos los analistas que ese día publicábamos al respecto en prensa. Otra prueba de que es un mal político –aunque con pico ligero– es que en Cataluña no ha sido capaz de convencer a Inés Arrimadas para que intentara formar Gobierno. Han sido incapaces de reunirse con nadie, por eso han perdido toda credibilidad. En C’s empieza a pasar lo que en el PSOE: la división es cada día mayor y las diferencias cada vez más agudas y peliagudas. Y por si fuera poco, empiezan a salirles casos de corrupción por doquier y otras cuestiones más graves.