“El mismo Franco tuvo noticia de mi aparición. Mandaron aquí un documento con el que no pude quedarme… Lo firmé y se lo llevaron”.
Por Jesús Salamanca Alonso / Hace unos años, contrastando fuentes orales para el estudio de los momentos posteriores a la guerra civil española en el ámbito rural vallisoletano, pude conocer y comprobar ‘in situ’ las secuelas de la penuria de un maestro nacional que – tras los sucesos de 1936 – se vio inmerso en una desesperada situación. Reflejaban cierta amargura sus palabras, consciente de haberse sentido calumniado y perseguido como resultado de las envidias e injurias contra él levantadas con anterioridad a la triste contienda civil española. Con razón Francisco Umbral escribió que “las guerras son beneficiosas a condición de no hacerlas”.
Cuando nos conocimos aún vivía en el Coto de Solaviña, a pocos kilómetros de Roales de Campos. El tiempo transcurrido, las circunstancias personales de ambos y los avatares de la vida hicieron que pasáramos varios años sin vernos, pero sí solía releer su amplia muestra de cartas manuscritas, con la escritura temblorosa y vacilante, donde se reflejaba el sufrimiento y las penas de quien se sentía “dolido, disgustado y afligido”. Ni siquiera Jesús Torbado y Manu Leguineche hacen mención de él en su investigación sobre los llamados “Topos”. Sigue leyendo