Por Jesús Salamanca Alonso / En España, la Ley Electoral está coja. Y lo está, interesadamente, para dar gusto a los menos honrados y a los más osados. Quien hizo la ley, hizo la trampa. Esa misma ley es la que plasma qué actividades pueden llevar a cabo esos malos y putrefactos “padres de la patria”, además de qué actividades parlamentarias; no obstante, hay lagunas, agujeros negros y vías para enriquecerse con otras actividades. Y su presencia en las actividades privadas es una de las trampas premeditadas y alevosas. ¡Así nos cubre el pelo!
Ah, se me olvidaba: el hecho de que la ley deje en manos de la Comisión del Estatuto del Diputado la aprobación de las actividades que los diputados pueden realizar, lleva a lo sucedido. Pero ahí no queda todo: ahora hay que investigar la hoja de ruta de la esposa de Martínez-Pujalte, donde sí hay madeja para ver cómo se puede perpetuar el tráfico de influencias. Y tirando de esos hilos llevan a la “ex” de Rodrigo Rato, a Patrimonio y al escándalo de los paradores españoles. En fin, mañana más… y seguiremos hablando de corrupción, fraude fiscal y engaño estatal.