Por Luis Scabelum / La vida es movimiento y el movimiento es la vida. Nada hay más evidente. Juan Vicente Herrera nos ha dejado una comunidad paralizada, muerta, sin iniciativa personal, sin capacidad de lucha. Ha comprado con el dinero de todos las voluntades de quienes podrían estimular la vida democrática: medios de comunicación, Consejo de Cuentas, Procurador del Común, organizaciones sindicales y patronales, asociaciones civiles, Tribunal Superior de Justicia… Y aunque presume de que nuestra comunidad no es de las más endeudadas, la omnipresente administración regional en todas las áreas económicas y la falta de inicativa privada, han llevado a esta comunidad al estupor y al coma.
Poco bueno se puede decir de la oposición política sindical y civil, pues no ha sabido o no ha querido enfrentarse a esta grave situación y, como pollos descabezados, proponen soluciones absurdas como el aumento del gasto, el mayor control y poder de los poderes públicos e incluso el delirante rescate de obras públicas (como el HUBU).