Hay consejeros de educación en algunas comunidades autónomas que se obsesionan con repetir que estamos ante una oportunidad “para mejorar los resultados”, cuando, en realidad, vamos a perder una gran oportunidad para dar un paso al frente. Incluso somos uno de los países que menos invierten en educación y que más ‘pían por piar’: no hay más que ver y reflexionar sobre las tasas de abandono temprano y de fracaso escolar.
La administración educativa se pasa el día modificando los currículos, como consecuencia de tanto cambio absurdo, tanta pretensión ideológica y tanto afán de figurar. ¿Dónde está la culpa? Pues precisamente en la falta de consenso y en el poco interés que tiene la educación para los políticos de esta generación. Al contrario que de la economía, podemos afirmar que la educación no es un tema de moda.
A medida que se acercan las elecciones volverán a hablar de consenso y se echarán la culpa unos a otros. Incluso sacarán a relucir el inexistente estatuto del profesorado; algo de lo que no volvieron a acordarse desde que se votó en 2011. Se nota que en educación y en sanidad hay un permanente despropósito y una clara hipocresía en cuanto a la actuación diaria, además de una clara falta de perspectiva. En el caso de la educación, sigue sin estar de moda.
Hay tres claves para que la educación pueda progresar sin peligro y mejorar su calidad para llegar a la excelencia: la necesaria reflexión de los responsables políticos, la necesidad de consenso entre las fuerzas políticas y la eliminación de la ideología que casi siempre impregna a la educación.
¿Dónde está el problema? En la falta de dignidad de muchos políticos, en la hipocresía que dejan traslucir y en su demostrada incapacidad para generar ilusión. A la vez que falta gente preparada en la administración educativa, sobran gaznápiros que llegan para quedarse. Y lo peor de todo es que se quedan durante mucho tiempo.