Las formaciones de izquierdas siguen siendo el claro ejemplo de lo que no es la solidaridad. A nadie debe extrañar, pues, la mala imagen que se han labrado en el ámbito laboral.
Por Jesús Salamanca Alonso, analista político y editor / Ya tiene la ciudadanía un motivo más para exigir que se abra la Constitución y, entre otros cambios, se realice el que afecta a la estructura y al funcionamiento sindical. Como de costumbre, las organizaciones sindicales de clase perjudican a la imagen de las demás centrales y sindicatos profesionales, además del perjuicio que causan a la ciudadanía en general. Los convocantes de la huelga de trenes pasan del daño a los demás: una vez más van a su bola y, como dice el castizo: “quien venga detrás que arree”.
Por lo visto, a lo largo del año no hay otros días para hacer huelga. Siempre abusan de ésta en periodos vacacionales, justo cuando el ciudadano y contribuyente pretende disfrutar del poco tiempo de ocio al que nos ha condenado el Gobierno de la nación. Según esos sindicatos, la protesta se debe al “déficit de personal que sufren las empresas públicas del sector”. No se lo creen ni ellos, y mucho menos el montante de casi 7.000 trabajadores, como apuntan. Es una protesta más de las muchas que se monta la izquierda clasista para dañar la imagen del Gobierno, haya motivo o no lo haya. Eso qué más les da. Ni siquiera se imaginan la mala imagen económica que tiene España fuera de del país. Como éramos pocos… Sigue leyendo