Por Jesús Salamanca Alonso / Debo confesar, ante todo, que Dolores de Cospedal no me ofrece excesiva confianza ni creo demasiado en su forma de hacer política, pero la medida de reducir el número de diputados en las Cortes castellano-manchegas hace pensar a muchos que esta vez sí que acierta.
Es excesiva la carga existente en el erario público con tanto parlamento, tantos miembros de “casta”, tantos órganos y organismos inútiles. Entendemos lo de hacer hueco a la gente de partido, pero esos cargos deberían ser pagados por el propio partido y, a la vez, recibir los propios partidos una cantidad bastante inferior a la que reciben.
Muy acertada me ha parecido la opinión de Cospedal respecto a que “no trata de cambiar la Constitución española, sino de dar garantías de representación a cada una de las cinco provincias de esta región porque opera de forma automática para que suba el número de diputados que se eligen en una determinada provincia si aumenta su población”.
El polo opuesto a la rebaja de gasto innecesario lo representa la oposición socialista. No han faltado ‘obscenidades políticas’ como lo dicho por el portavoz del PSOE, Martínez Guijarro: “esto puede acabar en pucherazo electoral”. El señor Guijarro debería pensar tres minutos antes de decir barbaridades descontroladas. No sé si sabrá definir lo que es una mayoría absoluta, pero lo que estoy seguro que no sabe explicar son conceptos como democracia, diálogo, consenso y pluralismo político.
Precisamente sus apreciaciones, por no llamarlas de otra forma, ponen de manifiesto que elevarán el número de miembros de la “casta” tan pronto como vuelvan a tocar poder. Miedo me da que se vuelva hacia posiciones ‘zapateriles’ que, a medio plazo, nos llevan a esa ruina que se encontró el actual Gobierno central cuando accedió al poder. Tales posiciones acompañadas de ‘locas medidas’ aún las está pagando la ciudadanía, mientras el propio Rodríguez Zapatero va predicando por ahí que, si volviera a gobernar, gran parte de las medidas no las firmaría y mucho menos las pondría en marcha.
Antes de hacer afirmaciones como las hechas por los señores Guijarro y García-Page hay que analizar la situación detenidamente para darse cuenta de que se puede hacer el mismo trabajo y con la misma rentabilidad, pero con menos ‘vividores de Cortes’. Y precisamente ese ejemplo debería ser desarrollado por otras comunidades autónomas donde el Partido Popular cuenta con mayoría absoluta. Es el caso de Castilla y León, Cantabria, Rioja, Galicia,…
Incluso voy más lejos, alguien debería poner orden también en ese engendro que son las “comunidades uniprovinciales”. Éstas se gobiernan con la gorra y tres cuartos de hora de dedicación semanal (¡ya sé que es una exageración!), por lo que tener esas provincias un consistorio, una diputación, un gobierno autonómico, unas Cortes uniprovinciales y decenas de órganos y organismos es el mayor despilfarro que ha conocido nuestra democracia. Por eso y por la mala gestión durante años y años hemos llegado a la situación actual.
No tiene sentido que los socialistas de Castilla La Mancha se burlen de la ciudadanía, de la necesidad de ahorro y de la regulación electoral. Estudiada la nueva Ley Electoral de la comunidad manchega, reconozco que es para quitarse el sombrero. Pero que cunda el ejemplo cuanto antes, porque –tal y como nos sucedió hace unos días — cuando llamas a las Cortes de Castilla y León preguntando por algún procurador…. nunca saben adónde se le puede localizar. Y si acudes con tus alumnos, mayores de edad, y solicitas que algún procurador reciba y explique algo sobre el constitucionalismo, el parlamentarismo español o el estatuto de autonomía, te miran como a un bicho raro.
En una ocasión, un grupo de ciudadanos adultos –entre 18 y 55 años– recibió el desprecio de una procuradora del PSOE de Castilla y León y solo faltó decirnos aquello de: “las Cortes no están para que se moleste a los procuradores”. Es lo que pasa cuando no hay orden ni líder en la oposición. Ni que decir tiene que el alumnado se juramentó para no votar nunca a esa formación y extender la caradura mostrada por la señora procuradora; claro que, en este caso, lo de ‘señora‘ es un decir cortés y ético, sin más. ¿Nombre? ¡Qué más da! Ella que suele leer mis artículos diarios, sin duda se sentirá aludida, pero no sé si avergonzada, porque suelen tener poca vergüenza, muy poca.