Una cinta de correr, un mini-bar, un ordenador portátil, una thermomix… Los obsequios que recibían los miembros de la asamblea de la entidad que preside Braulio Medel no podían ser más espléndidos en los buenos tiempos. Eso duró hasta 2011, cuando se creó Unicaja Banco. “Los regalos rondaban los 1.000 euros. Todo eso sin contar las dietas de alojamiento y transporte”, señala Jesús Barbosa, vicesecretario general de Secar (Sindicato de Empleados de Crédito y Ahorro reunidos), con representación en la entidad. Los miembros de la asamblea cobran, de media, 300 euros por asistencia a esta reunión. Los consejeros de Unicaja Banco no perciben ninguna retribución.
“Con estos regalos todo el mundo se iba contentísimo a casa. Y así nadie va a hacer ruido en una asamblea que para muchos suponía unas minivacaciones con todo pagado. Hay muchos impositores que no saben cómo funciona esto, llegan tarde y sólo vienen a recoger el cheque”, señala Barbosa en la puerta de entrada de la sede central de Unicaja en la Avenida de Andalucía de Málaga.
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