Por José Manuel López García en ¡TAN! / El incremento y los niveles del absentismo conforman una realidad alarmante en la enseñanza media en España y, especialmente, en los dos cursos del bachillerato. La asistencia cotidiana y regular a las clases es un factor clave para un buen rendimiento académico. De hecho las situaciones de abandono y fracaso escolar están causadas en considerable medida por las ausencias injustificadas a clase. Porque los alumnos también pueden cursar un bachillerato a distancia que es distinto al presencial. Por tanto, o un tipo u otro, lo que no debe ser es que el impartido en los institutos se parezca a uno no presencial, en el que una parte del alumnado falte prácticamente cuando quiera sin consecuencias. Ya que el aprendizaje de los contenidos de cada asignatura requiere la asistencia continuada, para que los profesores puedan explicar y desarrollar su actividad lectiva de un modo completo, profundo y extenso de acuerdo con la programación didáctica de cada departamento.
Puesto que en el paso de la ESO al Bachillerato se está notando desde hace años un desfase grande, a mi juicio, entre el nivel académico de la enseñanza obligatoria, y la voluntaria o postobligatoria.
Quizás, uno de los procedimientos que pueden propiciar una mayor asistencia a clase es el establecimiento de un porcentaje de un cinco por ciento de la calificación final, que tendrá en consideración un considerable y determinado número de faltas injustificadas en relación con el total de horas lectivas de cada asignatura, y que hará bajar la nota medio punto.
Entre las posibles causas del absentismo se han propuesto muchas y de diversa índole. La masificación y la complejidad de los IES con hasta cinco tipos de enseñanza son esgrimidas por expertos educativos, en un intento serio y razonado para dar cuenta de parte de los motivos que hagan comprender las razones del aumento del absentismo, y de sus graves consecuencias formativas y educativas. Considero que existen, sin duda, más cuestiones que explican la falta de asistencia y es imprescindible un enfoque multicausal de esta problemática.
Ciertamente, los desequilibrios sociales producidos por la crisis económica y social aumentan los problemas de marginación, gran desigualdad, y pobreza que ya existen. Y todo esto es un caldo de cultivo del absentismo. Por tanto, el estado debería dedicar más recursos económicos y materiales, ante la magnitud del problema de la no asistencia regular y constante a las clases en la enseñanza reglada del bachillerato. Por ejemplo, con más profesores, y grupos con menos alumnos para poder dar un mayor refuerzo docente al alumnado que lo necesite.
La sociedad y toda la comunidad educativa considero que es consciente de la importancia de los niveles académicos mínimos exigibles en el bachillerato, y en cualquier etapa de la formación. Pero, ante el planteamiento del todo vale y del relativismo y escepticismo respecto de los valores me parece que es mejor insistir en lo crucial del esfuerzo, y de los méritos ganados a pulso, y con la dedicación del tiempo necesario. El abandono de la enseñanza por parte de algunos alumnos está motivado en bastantes casos por la falta de esfuerzo y de perseverancia. La actitud que es necesario promover con mayor fuerza es, precisamente, la tenacidad responsable ante los retos del presente y del futuro y esto, difícilmente se logrará desde la indiferencia y la dejadez. Indudablemente, una parte estimable del alumnado asiste a clase regularmente lo que es motivo de satisfacción para todos.
Los títulos en la enseñanza media, y concretamente en el bachillerato son la prueba de los conocimientos adquiridos, pero si no reflejan realmente el nivel adquirido de poco o de nada sirven, ya que el rigor y la exigencia son incompatibles con el absentismo.
-José Manuel López García-