La red y la mujer de los 13 sueldos

Isabel Carrasco, expresidenta de la Diputación de León y líder del PP leonés.

Por Xavier Carrió Jamilá / El asesinato de Isabel Carrasco, conocida como “la mujer de los 13 sueldos”, ha abierto la puerta a todo tipo de opiniones y valoraciones sobre su carrera política y su figura. No exenta de polémica, la carrera de Carrasco comenzó en la Junta de Castilla y León y finalizó en la Diputación de León, salpicada por todo tipo de escándalos de los que había logrado salir airosa.

Carrasco era presidenta de la Diputación de León, concejal en el Ayuntamiento de León, presidenta de los consorcios del Aeropuerto de León y de la empresa encargada de la gestión de residuos en la provincia (Gersul), presidenta del Consorcio Provincial de Turismo, presidenta del Instituto Leonés de Cultura, consejera de la tasadora inmobiliaria Tinsa, consejera de Caja España, consejera de la Asamblea General de Caja España, consejera de Viproelco, consejera de Inmocaja y vicepresidenta de Invergestión.

Pese a la ausencia de flores, velas y otros pequeños homenajes en el puente donde fue disparada (únicamente hay un ramo de flores, dicen que colocado por el Partido Popular), el suceso no ha pasado precisamente desapercibido en León, donde se han levantado todo tipo de especulaciones en torno a los motivos del crimen. También parece que se ha levantado el veto no oficial que rodeaba todo lo relacionado con la política leonesa.

El asesinato de Isabel Carrasco y la reacción que ha suscitado en las redes sociales nos ha hecho ver una realidad hasta ahora sólo percibida. Personas que nada tienen que ver con la víctima, que ni siquiera la conocían, por el simple hecho de su color político o por comentarios leídos aquí o allá, justifican sin pudor el asesinato y difunden su apología casi como un acto de valentía. Valientes se debieron sentir los que el pasado viernes escribieron sobre la pasarela en la que fue asesinada la líder del PP en León: «Aquí murió un bicho».

Isabel Carrasco manejaba “todos los resortes del Partido Popular de la provincia de León”, donde tenía “una serie de gente totalmente fiel a su figura”. La presidenta de los populares leoneses ejercía su control sobre esa red, que “le permitía a su vez controlar tanto el PP como la Diputación”. Ahora una provincia siempre politizada y conflictiva, se encuentra sin líder ni control.

Es verdad que siempre ha habido descerebrados que han defendido barbaridades. «A los banqueros habría que colgarlos», o comentarios por el estilo, se deslizan en los tugurios por el matón de turno sin que nadie piense que la cosa vaya a pasar a mayores.

Sin embargo, lo que ocurre ahora es distinto. La red tiene un efecto multiplicador. Como refleja La revolución de los ángeles, la confesión en internet de los autores de los asesinatos es lo que hace que cunda el ejemplo. Toda la clase política (gobierno y oposición) se asustó cuando aquel día se dieron cuenta que quizá no podrían controlar el fenómeno, así que salieron todos del funeral totalmente de acuerdo en que tenían que hacer algo para evitar que se repita.

El reto al que los políticos se enfrentan es enorme. Lo que se cuestiona con las expresiones al amparo de la impunidad de la Red no es la democracia, sino una forma particular de entender la democracia. Y ese es un fabuloso caldo de cultivo para los partidos populistas, los grupos extremistas e incluso los defensores de la violencia. Así nacieron los totalitarismos en Europa, como respuesta al agotamiento de las «democracias burguesas».

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