Ver para creer. Nunca imaginé que los actores fueran tan egoístas, aunque siempre me pareció que eran un “verso suelto” dentro de la normalidad. No se conforman con que acuda a los Premios Goya el presidente de la comunidad de Madrid; para ellos no es importante más que el ministro de educación y cultura, José Ignacio Wert. Decía Pedro Alonso que “el silencio es el signo de la sabiduría, y la locuacidad es señal de estupidez”. Pues algo, o mucho de eso, han demostrado los ‘titiriteros’ en la gala del domingo.
Los actores han quedado a la altura del betún, incluso para muchos que no ven, o no vemos, con buenos ojos al señor Wert, por motivos que no vienen a cuento. Pero de ahí a pensar que es tonto, va un trecho muy largo. José Ignacio Wert — sabedor de la que le esperaba en la gala, y consciente de que iba a ser el estafermo a abatir– hizo bien en no acudir a la gala de los Premios Goya. Una gala que es algo particular de los actores y que, desde hace años, se ha convertido en el acto político más hipócrita y descabellado de cuantos se celebran en terreno patrio.