Por Jesús Salamanca Alonso / Antes o después tenía que pasar. La formación en el ámbito de los sindicatos de clase se había convertido en un abuso sin precedentes; unos no se daban y otros se impartían de forma ‘sui generis’. Pero siempre quedaba dinero para que esos sindicatos pudieran seguir con sus montajes, financiando una infraestructura mastodóntica y llena de decimonónicos liberados.
Como a todos beneficiaba, pues todos callaban. Lo peor de eso es que por culpa del sindicalismo vertical unificado han quedado atrapados otros que sí los hacían con formalidad, programación y temporalización, además de con unos objetivos claros, unos contenidos adaptados al puesto de trabajo y unos destinatarios preocupados por estar en el mercado laboral.