Por Jesús Salamanca Alonso / En estos últimos años hemos presenciado grandes recortes en educación, llegando a disminuir los gastos de funcionamiento de los centros educativos con las consiguientes consecuencias. A todo ello hay que añadir las congelaciones reiteradas que ha sufrido el profesorado, lo que ha dado lugar a una preocupación generalizada en el sector.
Se ha llegado a recortar de donde no era necesario. Ese recorte ha supuesto miles de millones de euros detraídos de los presupuestos generales del Estado. Todas las medidas contra la educación, y en muchos otros sectores de la sociedad, harán que buena parte de la ciudadanía acabe por hartarse y ‘congelar’ su voto cuando llegue la época electoral.
A la vista de los resultados publicados por la OCDE y los del informe PISA, sí se necesita una amplia reforma del sistema educativo, pero no absurdos retoques del estilo de lo que hemos presenciado en los últimos meses. Los recortes sí influyen en el desarrollo diario de la labor docente y negarlo es de ignorantes. Los ‘añadidos’ de lo que será la LOMCE respecto a lo que es la actual LOE, lo son en cuanto al currículum y a la organización de los centros; sin embargo, no parece abordarse con seriedad, y mucho menos con rigor, la calidad y la profesionalidad del profesorado.
Sigo insistiendo en que la LOMCE tiene muchos errores, incluso en los aspectos que pretende retocar. Hay cuestiones que siguen abandonadas simplemente, y con las que el Partido Popular se comprometió; me refiero al estatuto de la función pública docente. Ahí es donde el partido del Gobierno debe aplicar y especificar todo cuanto atañe al profesorado. Los dos partidos mayoritarios llevan años acordándose del citado estatuto, pero solo lo hacen en época electoral, lo que convierte a ambos en mentirosos permanentes. Hay medidas que no tienen por qué estar en el cuerpo legislativo de la nueva ley y sí en el estatuto que está por elaborar.
Si es cierto que hemos salido de la recesión y abundan los brotes verdes –como se dice desde el Gobierno y desde el partido que lo sustenta—éste es el momento de abordar el estudio del lugar preferente que debe ocupar el profesorado en cualquier reforma que se precie. El compromiso urgente por la calidad no debe postergarse más, porque en esta España nuestra el único que tienen contraído ese compromiso desde hace tiempo y de forma permanente es el propio profesorado y nadie más, aunque de vez en cuando intenta ‘subirse al carro’ la administración educativa, sin darse cuenta del daño que hace y del desprecio que acumula entre el sector docente, sobre todo de unos años a esta parte.
Mientras el Gobierno no reconozca medidas de apoyo, colaboración, protección y valoración real respecto al sector docente, será difícil llegar a acuerdos. Y mucho menos mientras comprobemos en la LOMCE auténticas barbaridades como que el director de un centro público puede fijar requisitos y méritos específicos para los puestos vacantes que existan en el centro; máxime lo de nombrar interinos o rechazarlos, que ya es el colmo de la insensatez ministerial. Volvemos hacia atrás en el tiempo y en la igualdad, el mérito y la capacidad. El ministro de educación, Jose Ignacio Wert, no ha sabido ver que con esa medida adicional ha puesto las bases de una nueva forma de nepotismo.
No hay duda de que, de la misma forma que los recortes se han hecho a destiempo, hay en el Ministerio una clara despreocupación por lo importante y por lo necesario, en tanto que se han aplicado sobremanera en lo secundario y en lo absurdo.