Los encierros camperos de Portillo son de los que más y mejor fama tienen en nuestra región. Hace mucho tiempo que se celebran y suponen un extraordianrio atractivo para visitantes y lugareños. Datan de la época celtibérica-prerromana, momento en que NIVARIA era el nombre del actual Portillo, 1º Distrito (como hemos dicho en otro sitio, estamos pendientes de documentar estos encierros con anterioridad al siglo X). Durante muchos años se celebraron con vacas y posteriormente se prohibieron, celebrándose exclusivamente por las calles.
Desde primeras horas de la mañana el trayecto del encierro y aledaños comienzan a tomar colorido. Los más madrugadores se acercan al corral del “Comeso”, donde está encerrado el ganado bravo. Desde un par de horas antes, las tapias del corral están abarrotadas de jóvenes que han madrugado o empalmado con el día anterior.
Quienes solo pretenden ver el encierro o participar cuando llega la manada al pueblo, ocupan el cerro donde está el enclave del primer distrito; otros se reparten por el tramo de carretera de Segovia que atraviesa el pueblo; muchos pueblan los alrededores de la gasolinera, junto a la ermita del Santo Cristo,… entre todos aportan ese colorido especial que requieren los festejos taurinos propios de esta zona y del estío.
No faltan vehículos de motor que se acercan hasta “la cotarra” para ver un poco más cerca la salida de las reses del corral. Precisamente desde el punto de “la cotarra” se vislumbra un colorido sin igual en lo alto de la colina que ocupa Portillo. Desde las laderas de Portillo, muchos esperan tranquilos y pacientes la llegada del encierro. Merece la pena ver y recorrer la zona hasta el momento de la llegada de la manada y de los cientos de jinetes que acompañan a esa entre nubes de polvo descontrolado.
Es asombroso el colorido que tiene la histórica colina durante los preparativos del encierro: gente que corre buscando una mejor vista del recorrido, vehículos que atraviesan las tierras, peñas de jóvenes que buscan su propia diversión y, en el fondo del horizonte, un corral blanquecino que apenas se distingue entre la masa forestal del termino que da nombre al corral: el comeso.
Desde lo alto del primer distrito se puede seguir con precisión el deselvolvimiento del encierro desde el mismo momento en que se abren las puertas del corral y se da suelta a la manada. Perfectamente se aprecian los bruscos movimientos de gente, caballistas, toros y cabestros.
Una vez que ha salido la manada del corral, todos juntos avanzan lentamente envueltos en una nube polvorienta que solo deja ver parte del grupo. Apenas unos minutos después ya se vislumbra el avanzar sereno y mañanero de toros y caballistas. Esa mancha confusa de imágenes ecuestres entre pinos, zarzas y caminos poco transitables deja de serlo a medida que se acerca a la cotarra.
Iniciada la subida de ésta, desaparece durante un largo rato la manada. Apenas descubren la cotarra, llega el momento del descanso, el aguardiente y el mantecado de Portillo. Aproximadamente a mitad de camino se paraliza unos minutos el avance de la manada. Como decíamos, es el momento del refrigerio mañanero: larga tradición que forma parte del desarrollo integral del encierro campero de Portillo.
Cuando inician de nuevo la marcha se oye un murmullo generalizado y, en ocasiones, un ‘griterío controlado’ si se aprecia que algún toro va alejado de la manada. Los caballistas más hábiles pican a las reses y es en ese instante cuando el encierro adquiere mayor brillantez y vistosidad.
A pocos metros del lugar donde han descansado, un regato y una bifurcación de caminos sirven para que alguno de los novillos quede descolgado de la manada, mientras que el resto continúa su camino hasta la falda de la histórica colina. Gritos y más gritos se suceden de forma ininterrumpida. Es hermosa la estampa que se dibuja en la ladera del cerro; unos suben y otros bajan, pero todos buscando un lugar seguro donde seguir viendo el desarrollo del encierro.
Hay ocasiones en que la manada acaba desperdigada y el gentío se reparte en grupos. Los encierros han vivido momentos excepcionales cuando algún toro se ha quedado en la explanada de Gascón y ha dado juego a la juventud. En decenas de ocasiones se han vivido momentos vistosos en ese punto; unas veces a cargo de los caballistas y otras por el juego que han dado los toros a los recortadores.
Cuando la manada, o lo que queda de ella, se reconduce hacia la plaza se da por finalizado el encierro. Portillo tiene muchos encierros camperos. Posiblemente, el hecho de ser dos distritos hace que las fiestas deban dividirse por igual, lo que eleva el número de encierros, aumenten los días de fiesta y también se disparen los gastos para el Consistorio.