Camino de los siete millones

AGENTES_SOCIALES_GOBIERNO
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Por Xavier Carrió.- En vísperas del encuentro de presidente del Gobierno, Mariano Rajoy con los agentes sociales (patronal y sindicatos), cuando ni han llegado ni a colaboracion4hablar entre ellos ya tenemos un acuerdo unánime de todas las partes: Nada menos que la oposición unánime al proyecto del “contrato único” que el comisario húngaro de la CE se atrevió a sugerir el pasado lunes. Seguramente este será el único acuerdo que saldrá de esta reunión.

Como ya anticipó la vicepresidenta, Sáenz de Santamaría, en la rueda de prensa tras el Consejo de Ministros del pasado 3 de mayo, en realidad no se trata de ir hacia un gran pacto del Ejecutivo con los agentes sociales. Como mucho, de “acercar posiciones entre todos”. De lo que se trata, vino a decir la número dos del Gobierno, es de hacer balance de la política económico-social que está llevando a cabo el Ejecutivo y analizar conjuntamente con sindicatos y patronal el impacto de las distintas medidas adoptadas en los planes de saneamiento del sistema productivo a fin de que, más pronto que tarde, la economía pueda empezar a crecer sobre bases sanas y, por tanto, a crear empleo.

Los representantes sindicales acudirán mañana a Moncloa con escasas esperanzas de entenderse con un Gobierno y una patronal convencidos de que, efectivamente como creen en Bruselas, todavía se puede ir más allá en una reforma laboral aún con ciertas rigideces en materia de contratación y negociación. Por no hablar del llamado factor de sostenibilidad de las pensiones, donde también se está fraguando un nuevo sacrificio de las clases pasivas en nombre de las reformas estructurales invocadas a todas horas por el presidente del Gobierno.

La visión de Rajoy es diametralmente opuesta a la de los sindicatos, que acudirán mañana a Moncloa con escasas esperanzas de entenderse con un Gobierno y una patronal convencidos de que todavía se puede ir más allá en una reforma laboral aún con ciertas rigideces en materia de contratación y negociación.

Rajoy ya ha declarado, mirando a Bruselas, que no tiene la menor intención de modificar la reforma laboral. 

La carga de la frase está en la explicación: “Estamos satisfechos de cómo ha funcionado”. Lo que parece un desplante a los jerarcas europeos, que le vienen sugiriendo una vuelta de tuerca más a la flexibilización del mercado de trabajo, se convierte en un insulto a los seis millones de trabajadores españoles en paro.

¿Qué sentido tiene insistir y presumir de una reforma laboral con la que se han destruido más de un millón de empleos y la previsión del propio Gobierno es la de acabar la legislatura con más paro del que había cuando el PP ganó las elecciones de noviembre de 2011?

La forma unánime que las tres partes han manifestado su rechazo al “contrato único” sin ni siquiera entrar a valorar el sistema, unos diciendo que no existe, otros que no funcionaria y otra que se ha atrevido a declararlo inconstitucional, me hace sospechar que el sistema podría ser algo bueno para los ciudadanos ahora mismo sin ninguna esperanza de trabajar y probablemente malo para los sindicatos que perderían una gran parte de su poder y la posibilidad de justificar sus privilegios. Se me está ocurriendo que a ninguno de ellos por razones totalmente distintas, les va a interesar hacer el mínimo cambio y han decidido antes de reunirse seguir igual, sin cambiar nada, camino hacia los siete millones de parados.
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