El PSOE está en plena debacle y no hay nadie que no se haya dado cuenta de ello. Las miserias y la improvisación del socialismo persiguen estos días a todos. La división es un hecho y, en cualquier momento, puede salir Zapatero convocando elecciones generales porque, de no hacerlo, se arriesga a salir a gorrazos de Moncloa.
El resultado del zapaterismo lo tienen a la vista: crisis, corrupción, paro, despilfarro, pacto con el terrorismo y desprecio en el exterior. La crisis de la política española lo es en todos los aspectos sociales, políticos y económicos. Jamás un político había acumulado tanto disparate, insensatez, desvergüenza, desprecio y miseria.
Y si a ello unimos la correspondiente dosis de ineptitud y mediocridad, pues entonces estamos ante un presidente que acumula altas dosis de desprecio ciudadano, un equipo de Gobierno fundido y una enfermedad que se extiende por España cada día con más rapidez. A lo que hay que añadir la eterna desgracia con que se encuentra la ciudadanía de vascongadas, a quien de nuevo ha puesto Zapatero en manos del terrorismo, cuando el Gobierno Aznar había dejado canalizado y abierto el fin de ETA y de toda su infraestructura ‘guerrera’. Por esas razones, no encontraremos en muchos años un presidente más insensato, inclemente, ineficaz, despreciable y enfermizo por la sinrazón. El tiempo dirá la última palabra pero creo estar en lo cierto.
El socialismo ha quedado tocado para muchos años y los motines internos empiezan a aparecer entre los más perjudicados; recordemos que muchos se quedan sin empleo político y sin sueldo tan pronto como se constituyan ayuntamientos y parlamentos de comunidades autónomas. Hay comunidades autónomas que tardarán en recuperarse para el socialismo porque la derecha llegará al poder en un momento propicio para reiniciar la recuperación económica y el pleno empleo.
Ahora mismo el partido de Rajoy tiene una tarea difícil: reconstruir todo lo que ha destruido el socialismo. Crear empleo, sacar la bandera de la regeneración y mirar a España de frente pero antes hay que acabar con el aturdido zapaterismo y con todo el equipo de ineficaces que le ha rodeado estos años, además de auditar empresas públicas, órganos, organismos e instituciones. El PSOE se ha descompuesto y huele a corrupción, descomposición y sangre.
Como dice nuestro ínclito amigo, Xavier Carrió: “Esta situación se la han buscado ellos mismos. Quienes han acompañado al líder en su errática peripecia (Pepiño, Rubalcaba, Chacón…) no pueden ser de ninguna manera los continuadores de una política sectaria y los españoles no merecemos el castigo que infringe Zapatero a toda España al no convocar elecciones generales anticipadas, que sería su único acto de patriotismo No necesitamos que Zapatero siga esforzándose en salvarnos de la crisis. Los españoles no lo merecemos”.
El zapaterismo ha muerto pero debe morir su obra para que comience la regeneración. Viene a cuento aquí aquello que tanto extendió Víctor Hugo, respecto a que “no hay malas hierbas ni hombres malos: solo hay malos cultivadores”.