No hay duda que algo falla en un país donde cada crimen sale a poco más de un año de cárcel. La Judicatura ha hablado estos días pero ya no creemos en ella, y menos aún tras la tergiversación que gente como Garzón ha intentado con ella: eso de moverse falsamente por los rincones y vericuetos ya no lo hace ni el peor enemigo y, sin embargo, el juez estrellado sí lo ha hecho, por lo menos hasta que le han pillado ‘con el carrito de los helados’.
¿Y la Fiscalía? Pues también condiciona y ayuda para que se pierda la confianza en la Justicia. Un Fiscal general del Estado que, ante la mirada del Gobierno socialista, se pone en primer tiempo de saludo y ‘mirando a Cuenca’ no es lo más adecuado para un país que hasta el año 2004 era todavía un país próspero. Demasiadas sospechas como para vivir tranquilos.
Ahí tienen en la foto a Troitiño. El etarra más sanguinario le ha hecho la peineta a los ciegos jueces y a los adocenados políticos. Se ha largado y ha dejado con un palmo de narices a todos. En ETA llevan cuatro días partiéndose los ejes, a la vez que se mofan del Estado español y de su sistema judicial.
Troitiño ha ido en busca de Josu Ternera y con De Juana Chaos. ¿Venezuela? No, hombre, no. Está mucho más cerca, seguramente no ha salido de España. La cuestión es si conviene capturarle de nuevo. Los pactos son los pactos y las actas ahí están. El faisán, la liberación de De Juana Chaos, el acercamiento de presos al País Vasco, la libertad puntual de etarras para ponerse en tratamientos de adelgazamiento y embarazo, la liberta de Troitiño,… En fin, los pactos se hacen para cumplirlos. A cambio, ya se sabe: treguas-trampa para dar tiempo al rearme y a la alimentación de la banda asesina vasca.