Los datos de matrícula recogidos en estos últimos cursos indican que, en algunos ciclos formativos de formación profesional, la ratio de alumnos por grupo no alcanza el máximo autorizado, quedando muchas plazas sin cubrir. Esta circunstancia invita a flexibilizar sobre la matriculación en los citados ciclos, así como a rediseñar la red de cada provincia donde se producen esos desajustes. Y no solo a lo indicado, sino a replantearse la nueva implantación, o desaparición en su caso, de algunos ciclos formativos; sobre todo en lo que se refiere a los de grado superior.
Nadie puede negar que la formación profesional se haya convertido en extraordinariamente útil para resolver problemas de formación, integración y convivencia. Si algo hemos de desterrar de la formación profesional es la idea de que se alimenta del fracaso escolar, dato que sí pudo ser cierto durante el anterior modelo, aunque tampoco en toda su extensión.
Una prueba de que la FP no se alimenta del fracaso de los niveles anteriores es que para el acceso se precisan requisitos que avalan suficientemente a quien los posee, para cursar la variante del sistema educativo a la que nos referimos. Otra prueba de que ese fracaso no es el sustento de la formación profesional es que desde ésta también se puede acceder a la universidad.
El futuro prometedor de la formación profesional es un hecho constatable. En unas comunidades es más constatable que en otras. De la misma forma que unas comunidades ‘alimentan’ a otras, como es el caso de Castilla y León, donde gran parte de los profesionales que han cursado ciclos de formación profesional encuentran mejores oportunidades laborales fuera de Castilla y León. En este punto, sucede lo mismo con los titulados universitarios de Castilla y León que, al no existir un claro futuro y ante la desidia de la Junta de Castilla y León, se ven obligados a emigrar a comunidades como Madrid, País Vasco, Valencia y Cataluña.
Desde hace varios años, uno de los logros del Ministerio de Educación fue conseguir que el alumnado pasara un periodo de formación dentro de la empresa o formación en centros de trabajo. Esa línea ha sido mantenida y perfeccionada por las comunidades autónomas al asumir las competencias educativas; incluso han ideado otras fórmulas para dotar a la formación profesional del prestigio que precisaba. El profesorado no puede estar alejado de la empresa y eso ha hecho que las diferentes consejerías de educación programen planes de formación del profesorado, consistente en que éste se forme mediante su “estancia en empresas”. Con ello se consigue aproximar la realidad de la empresa a la aspiración del alumnado y del profesorado.
Hay muchos tópicos que la formación profesional ya ha superado hace mucho tiempo, aunque alguna comunidad aún sigue dando palos de ciego y abandonando otras variantes del sistema educativo tan importantes como la formación profesional. La aspiración del profesorado es que la formación profesional esté en permanente debate. No se la puede silenciar, como tampoco se la debe aislar del sistema educativo o del sistema productivo. Los centros integrados son un paso importante para ello, al igual que serán motivo para otro artículo más específico al respecto.
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