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Sorprende a estas alturas que la preocupación de la clase dirigente sea decir en clave electoral lo que les conviene, según rezan las encuestas y sea también cómo disfrutar de los cargos qu
e se otorgan entre sí. Nadie más que entre ellos se proclaman candidatos, entre ellos se ponen los diversos sueldos que acumulan y pactan sus jubilaciones, al margen de cualquier homologación con el resto de los humanos. Son deidades que viven en el templo, a los que hay que agradar y evitar que se enfaden.
e se otorgan entre sí. Nadie más que entre ellos se proclaman candidatos, entre ellos se ponen los diversos sueldos que acumulan y pactan sus jubilaciones, al margen de cualquier homologación con el resto de los humanos. Son deidades que viven en el templo, a los que hay que agradar y evitar que se enfaden.Asombra, también, que estén tan ocupados con la sucesión, que hablen de final de verano, para hacernos el favor de pensarlo, que a nadie se le haya pasado por la cabeza, que este mandato está completamente agotado, que no hay nada más sustantivo que decir ni hacer, salvo las fotos y el mediocre y desangelado plan de marketing, que proclama un pacto sindical que es una pura compra de voluntades del jefe hacia sus subordinados. Por cierto, muy bien remunerados.
Es preocupante ver esto en un país donde el 91% de los contratos son basura, pero basura absoluta por lo que se cobra, por la temporalidad y nula cualificación de los trabajos. Donde un porcentaje elevado de los parados ya no tiene que llevarse a la boca. Que los impagos de las administraciones sean una verdadera ruina que le va a llevar a la quiebra a las empresas que les están prestando servicios y material.
Tenemos que esperar unos meses más, para ver si los dioses se apiadan de nuestra impaciencia y convencen a los convidados a esta miserable ‘merienda de negros’ que la solución de este país pasa solo por que se hagan un harakiri multitudinario y así se puedan cambiar las bases de este Estado, que en este momento nadie da por bueno.
