¡Hay que ser idiotas para llevar al Senado lenguas distintas al español! En cualquier otro país se hubieran ‘partido el culo’ por semejante desfachatez. Y es que la ‘camada de elefantes’, condenados a la extinción, que componen el Senado, ya no saben cómo hacerse notar. Todos hablan castellano o español, porque son españoles, y recurren a los pinganillos para hacerse entender, a la vez que gastan casi medio millón de euros para ello, como si todo estuviera resulto en esta pobre España. ¡Qué ignorantes y qué sinvergüenzas!
Al menos en esta ocasión el PP ha sido consecuente y se ha desternillado con los ‘extranjeros’. En ningún caso, los senadores del PP han recurrido al pinganillo; están lo suficientemente formados como para no unirse al aborregamiento del resto de la manada. Lo digo sin acritud, pues sabido es que la derecha no es de mi simpatía ni agrado, y la ‘izmierda’ me resulta paleta, hortera, insignificante, mediocre, patética, cutre y muchas veces despreciable. Posiblemente esté en ese grupo de ciudadanos desengañados, a quienes ni sociatas ni ‘peperos’ callarán ni debajo del agua.
¡Ni siquiera me callarán los sociatas planificando otro atentado como el planificado, junto con ETA, para llevarlo a cabo el 11-M, tres años después de los acuerdos negociados con el ‘Vendeburras’ Zapatero! Fernández Candela ha dado en la clave y ha ridiculizado a propios y extraños. Al menos el PP se verá obligado a abrir el jucio del 11-M, ante el fracaso y el cierre en falso de la pantomima que se pretendió mostrar a la sociedad. Algún día el Tribunal de Estrasburgo apuntará con el dedo a los culpables. De momento ya lo ha hecho Candela y doy fe que ha acertado.
El Partido Popular ha mostrado un mínimo de ética en el Senado. No me imagino a los senadores por Valladolid, Palencia, Rioja, Madrid, Guadalajara, Badajoz… poniéndose el pinganillo. Sí me los imagino descojonándose a mandíbula batiente del resto de los senadores y comprobando la ridiculez a la que se ha llegado. La misma ridiculez que comprobamos a diario la ciudadanía de bien ¡Hay que ser obtuso e inconsecuente para recurrir al pinganillo en el Senado! ¡Hay que ser fantasma integral para ello! Decía Gabriel Celaya que «la sociedad es falsa y la acción no conduce a nada, porque el porvenir así no existe». Y para mí que ha dado en el clavo.
Hoy se hablaba en el Senado sobre el fracaso escolar, por eso entiendo lo del pinganillo. En todas comunidades, salvo alguna excepción, el fracaso escolar sobrepara el treinta por ciento y no tiene perspectivas de mejorar. Ya se sabe que en determinados momentos no le conviene a algunos que se cante su incompetencia y torpeza. La ignorancia es muy atrevida y, en este caso, resalta demasiado. Oscar Wilde solía afirmar que «las tragedias de los otros son siempre de una banalidad desesperante».