Con el agua al cuello

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Las palabras del ex presidente del Gobierno José María Aznar no son más que una obviedad que ha puesto nerviosos a la clase política del país, especialmente al Gobierno socialista. Lo ha dicho en su intervención en la cumbre del PP en el Exterior, que se celebra en León, afirmando que España está intervenida «de hecho» y ahora lo que se está discutiendo es si será intervenida «de derecho».

Todos hemos estado comprobando el comportamiento errático de Rodríguez Zapatero en estos últimos meses empeñado en permanecer en un Gobierno de un país en el que ya no cree y en donde ya no tiene autoridad ni moral ni efectiva. Así estamos soportando los continuos bandazos de este gobierno que dicta normas que se aplican o no, según sean las encuestas y las noticias del día y aplicando terapia de choque en cada una de la muchas situaciones de urgencia.

Por ejemplo, la negociación secreta con los sindicatos para las pensiones, sobre la que corren toda clase de rumores sobre si se incluyen concesiones a los sindicatos en otros temas ajenos como la práctica desactivación de  la mini reforma laboral que se hizo hace pocos meses que sigue paralizando la contratación fija dada la inseguridad jurídica actual. Mientras cada día en el BOE van apareciendo nuevas subvenciones millonarias a UGT y CCOO con motivos tan peregrinos como la lucha contra la droga, como aparente pago al chantaje para no convocar una huelga general que podría poner a Zapatero contra las cuerdas.

Otra obviedad que dijo Aznar ayer,  «España no da para 17 instituciones, 17 organismos… que hacen las mismas cosas. No podemos sostenerlo», y ha añadido: «Y hoy nuestro Estado, tal como está configurado es no viable y financieramente inviable. Con 17 defensores del pueblo, 17 legislaciones sobre el mercado, 17 interpretaciones distintas de la ley, 17 ministrillos de exteriores con sus respectivos embajadores por todo el mundo, dentro de poco hablando 17 idiomas distintos, no se puede funcionar, ya que se anulan unos a otros, amén del enorme gasto en concepto de un personal dedicado a las mismas cosas con criterios distintos.

Cierto. ¿Y qué hizo él durante su mandato para que esto no se produjera? La  verdad es que hay que  ir desmontando mucho de lo que ya se ha estado haciendo estos últimos años en contra de la opinión de los virreyes regionales. ¿Lo hará Rajoy cuando llegue al poder? Ésta va a ser la prueba del algodón. Si no consigue hacerlo, podemos prepararnos para otras situaciones aún más complicadas, que impedirán que podamos salir del foso en que estamos metidos.

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