Hace tiempo que venimos observando que al Partido Popular le trae sin cuidado la comunidad autónoma de Asturias. El partido ha sido capaz de aguantar carros y carretas, tragar sapos y sopas o mirar hacia otro lado con tal de no darse por aludido ni entendido en tema varios que afectan a los asturianos.
Hago esa afirmación porque llevo años recibiendo información privilegiada desde el grupo de no adscritos del Ayuntamiento de Mieres. Un grupo escindido del PP por la mala cabeza del presidente asturiano del PP, así como por la mala organización, peor gestión y nula estructuración que acompaña al partido desde hace tiempo. Un partido que se ha convertido en un atrincheramiento vulgar, frente al aire renovado que puede representar Álvarez Cascos y grupos afines.
Asturias merece una y cien oportunidades, al igual que los asturianos. El mensaje del ex secretario general del PP ha sido claro, concreto y conciso. Pero lo más importante es que no se da por vencido en un intento de representar a los numerosos grupos que han confiado en él. Solo si, llegado el momento de las elecciones de mayo, Cascos encabeza alguna formación de progreso, los asturianos deben apoyarla con decisión, a la vez que están obligados a dar la espalda y abandonar al Partido Popular en esa comunidad, hasta hacerlo perderse en las tinieblas, si es preciso. Tristemente ese partido se ha convertido en un problema para Asturias, en una vergüenza para los asturianos, en simple ‘kale borroka’ contra los militantes que buscan la renovación y, lo que es más grave, la comisión de garantías del PP es un claro ejemplo de absurdo ‘terrorismo’ e indefensión dentro del propio Partido Popular.
«La aventura ya no depende de mí, será cosa del conjunto de los ciudadanos. Vale la pena el esfuerzo para recuperar el orgullo de ser asturiano», ha dicho el señor Cascos. Quien quiera entender, que lo haga. Álvarez Cascos deja el ejército de Doroteo Arango (Pancho Villa) en que se había convertido el PP, pero mirando al futuro de Asturias y al progreso de los asturianos, en tanto que el partido de Rajoy pasa de los asturianos y le trae al fresco el destino y el progreso de Asturias.
En Asturias, Rajoy se merece un capón en toda regla y una ‘bofetada’ de votos en condiciones. Siempre se ha dicho que lo que es bueno para Asturias es bueno para España. Y ya no hay duda de la inversa: lo que es malo para Asturias es muy malo para España. ¿Alguien duda que el PP sea malo para España? ¿Acaso falla el silogismo? El partido que preside Rajoy ha ‘esputado’ en la cara a muchos miles de afiliados, alcaldes, concejales, diputados regionales y docenas de cargos del partido que abiertamente han dado su apoyo a la candidatura del ex vicepresidente del Gobierno a la presidencia del Principado.
Otra gravedad añadida es que Mariano Rajoy ha engañado a Álvarez Cascos, dando marcha atrás en su convencimiento y en su palabra respecto a que le comunicó el 17 de septiembre que “él debía ser el candidato”. Tal vez lo mejor de todo es que Cascos no se aparta de “impulsar un cambio político en Asturias, aportando garantías de solvencia frente al panorama actual de desencanto y agarrotamiento». Sea como fuere, estoy convencido que asturianos leales como mi buen amigo y digno elemento del PP, Elías Álvarez (hoy en el grupo de no adscritos del Ayuntamiento de Mieres, por incompetencia reiterada de la presidencia regional del PP) van a ser capaces de promover una candidatura que ponga al PP asturiano al borde de la desaparición y frente a su propias estupideces que, dicho de paso, se confunden con el ridículo y el esperpento más ruidoso.