El sábado, en la Plaza de Colón de Madrid, el pueblo español dio una lección de ciudadanía ante TODA la clase política, con una manifestación que no consiguieron ahogar. Todo se puso en contra para la concentración ciudadana promovida por Francisco José Alcaraz, presidente de las Victimas del Terrorismo en contra de la vuelta una negociación de un Gobierno traidor con los asesinos. Todo se hizo sin ninguna colaboración de la cada vez más denostada clase política. Así y todo se consiguió reunir en el lugar de la convocatoria miles de personas una cifra superior a la consiguieron los sindicatos de este país el día de la huelga general del 29 de septiembre.
Una convocatoria en una fecha y lugar inoportuna por la coincidencia en el tiempo con la visita del Papa y la falta de colaboración del Ayuntamiento de Madrid que no había llegado a prever tal numerosa concentración que paralizó por unas horas la Castellana. Allí estaban las víctimas, Ortega Lara, Teresa Jiménez Becerril, Pilar Elías, Salvador Ulayar, y tantas otras víctimas, que contaron con los apoyo políticos de María San Gil, Esperanza Aguirre o Mayor Oreja y poco más…. Unas ausencias clamorosas de los políticos y los medios de información y el relativismo de los partidos políticos, cuya principal consecuencia es el sometimiento de los principios al mero cálculo electoral, había topado siempre con un dique moral en lo referente a las víctimas del terrorismo.
También esa barrera ética fue franqueada por la clase política española, toda ella sin excepción. De la izquierda lo suponíamos, dada su absoluta falta de escrúpulos cuando está en el poder; del centrismo simplemente lo sospechábamos. En ambos casos los políticos españoles se encargaron ayer de confirmar que toda desconfianza hacia ellos siempre resultará insuficiente. Querían imponer una consigna de silencio que no pudieron.
La noticia del número que estuvo allí solo pudo ser ahogada por los que allí no estuvieron. Se daba por sentado la ausencia de Rodríguez Zapatero que con la coincidencia de la visita del Papa tenía motivos sobrados para poner tierra por medio y se fue de excursión con sus ministras a Afganistán, adonde no había estado en cinco años. Pero la actuación del PP y Mariano Rajoy es especialmente sangrante. En la anterior legislatura secundó todos los actos de las víctimas, ahora oficialmente no ha acudido ningún representante de Génova. Sí lo han hecho a título personal dirigentes de la formación de la Asamblea de Madrid o del Congreso de los Diputados. Sintomática también fue la ausencia de Rosa Díez que habrá que preguntarle por sus discursos políticos totalmente contrarios a su postura, ante esta nueva traición a las víctimas del terrorismo.
La rebelión cívica continúa, y las víctimas del terrorismo han vuelto a contar con el respaldo de la ciudadanía. Decenas de miles de personas han abarrotado la madrileña plaza de Colón así como las calles aledañas. Había una mar de banderas españolas. La Castellana ha tenido que ser cortada ante la afluencia de gente, y ha dejado en evidencia el ridículo dispositivo de la Delegación del Gobierno y el Ayuntamiento de Madrid.
Estamos ante algo nuevo que ya supone un clamor, unos ciudadanos hartos y cansados de tanta traición e ineficacia de sus dirigentes, se enfrenta claramente ante ellos y está buscando soluciones alternativas que nos libren de esta tiranía de una clase política que solo piensa en encuestas electorales o sus prebendas personales.