Archivo mensual: septiembre 2010

Dos de los representantes del sindicalismo burgués.

Estas que recogemos aquí son las razones de COPERO para NO IR A LA HUELGA de los sindicatos de clase. Razones con las que estamos plenamente de acuerdo, pero hay más. Muchas más.

1. Para decir NO a los sindicatos.
2. NO a poner la mano para cobrar y pasar la mano por el lomo al Gobierno.
3. NO a que hayan hecho la vista gorda durante 3 años de mientras 3 millones de personas iban al paro.
4. NO a los liberados sindicales, cuya producción está doblemente grabada: el de su puesto que no cubre y el de contratar a otro trabajador para que cumpla.
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«La lideresa parece dispuesta a meter mano a unos sindicatos en horas muy bajas de popularidad, y amén de su anuncio de «recortar» el número de liberados en Madrid en 2.000 personas, se ha dejado de rodeos y ha impuesto los servicios mínimos del transporte para garantizar «que aquellas personas que quieran ir a trabajar puedan ejercer el derecho al trabajo» el 29 de septiembre.

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NO a la huelga del sindicalismo burgués.

Cuando estamos acabando la primera decena del siglo XXI no se entiende la actitud que los sindicatos de clase tienen en España. En vez de apoyar y trabajar por los trabajadores, se empeñan en apoyar al Gobierno, haciendo daño a la ciudadanía y al empleo. Se han convertido en enemigos del trabajador, en vez de en apoyo, colchón y estímulo.

Tanto el sindicato socialista como el comunista se empeñan entre otras pretensiones,  en que el Estado no tiene por qué mantener a la Iglesia católica. Siempre han defendido que la Iglesia aporta y reporta más vicio y ocio a la ciudadanía que beneficio y ayuda. Lo cierto es que hasta el Gobierno socialista se vuelca con la banca y con las clases pudientes, mientras  menosprecia a la Iglesia y a las organizaciones afines volcadas con los más necesitados.

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Cada vez tienen menos dudas los trabajadores, parados y jubilados. Los sindicatos obreros, o Sindicalismo Vertical Unificado,  están obligados a  modernizarse cuanto antes. No han evolucionado y continúan adocenados como hace docenas de años; es más, cada vez tienen menos crédito, más desprestigio, mayor rechazo social y menor aceptación incluso entre los suyos.

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