El presidente Zapatero, desconcertado como casi siempre, vuelve a improvisar en su plan de ajuste, haciendo más daño a quienes más cerca tiene físicamente, pero cada vez más alejados ideológicamente. Tal vez lo más triste es que, dentro de la torpeza que se le reconoce, ha consentido que ese ajuste venga desde fuera, impuesto a presión y siendo injusto a todas luces, lo cual agudiza aún más su torpeza y sus acreditadas malas artes.