El Gobierno socialista no solo no es capaz de adoptar medidas dignas, sino que cuando le imponen desde Europa la necesidad de abordarlas acaba fracasando rotundamente. Lo ha hecho con medidas injustas, atropelladas y desproporcionadas; incluso ha atentado contra sus propios trabajadores públicos en un acto de traición, fascismo y venganza ante la permanente denuncia de los trabajadores de incompetencia gubernamental.
El Gobierno ha equivocado sus reacciones y sus actos, también en temas de defensa, bienestar social, igualdad de oportunidades, educación y sanidad. Son muchos los problemas sin resolver en los distintos Ministerios. Debería dar vergüenza al Gobierno central comprobar que muchas comunidades autónomas van muy por delante del equivalente Ministerio. Los Gobiernos de Zapatero han supuesto un paso atrás en muchos asuntos y un receso en el progreso social, político y económico; hasta tal punto es así que hoy la confianza en el Gobierno roza los mínimos exigibles.
Ahí tienen ejemplos claros como la aturdida participación en la guerra de Afganistán donde el ejército español ha acudido engañado y sin apenas protección. En bienestar social, el socialismo ha gobernado de forma mediocre, dividiendo a la sociedad y legislando para unos pocos con sectarismo, atrevimiento y traición. La igualdad de oportunidades que tanto han predicado, se ha convertido en una falsa y mal intencionada igualdad: ahí tienen al sectario y atolondrado Instituto de la Mujer, ejemplo de indignidad, desidia, acoso y florero. De educación mejor no hablar, porque apenas tiene cometidos: no solo no ha sabido el convertirse en liderazgo para todas comunidades autónomas, sino que ni siquiera fue capaz de sacar adelante el MEC el conocido como Pacto de Estado por la Educación y eso que era un compromiso firme del enfermizo Zapatero. ¿Y Sanidad? Pues sencillo: siempre que puede se escaquea de colaborar con las comunidades y ha acabado poniendo al frente del Ministerio a quien desconoce hasta lo que hace, además de no entender las necesidades sanitarias, balbucear ideas de otros y convertirse en el hazmerreír de los consejeros de Sanidad de todas comunidades autónomas del Estado.
Escuchar hace unos días las palabras del aprovechado y acosador Zerolo, pone los pelos de punta; porque es una prueba de cómo se intenta manipular a la sociedad menos formada y cómo se intenta captar víctimas para la causa socialista. Nadie parece haberle explicado al sospechoso y dicharachero Zerolo las palabras de Tácito: «La fidelidad comprada siempre es sospechosa y, generalmente, de corta duración».