Som una naçió….¿O no?

Xavier Carrió

Por fin se ha desvelado la sentencia sobre el recurso presentado por el Partido Popular del Estatut de Catalunya que el Tribunal Constitucional ha mantenido en el limbo durante más de cuatro años, no ha hecho más que aumentar las tensiones entre todas y cada una de las partes políticas afectadas. Y es que intentar meter unos pies del 44 dentro de unas botas del 36 no puede producir más que ampollas. Ahora todos ellos tendrán que empezar a caminar con este calzado. Algo que tenía que haberse declarado inconstitucional sin más,  se intenta introducir en nuestra convivencia diaria, a sabiendas de la gran cantidad de conflictos que se van a generar, no solo en Catalunya, sino en toda España, a partir de ahora.
Hoy los dirigentes nacionalistas, con el Presidente José Montilla socialista a la cabeza, han organizado una manifestación con el lema «Som una nació, nosaltres decidim» con la esperada concurrencia de la larga lista de beneficiarios que están bajo la temor de tener que desandar el camino andado por la vía de los hechos consumados. Todo ello con la complicidad del mayor traidor de este país, Jose Luis Rodriguez Zapatero, que ha maquinado hasta la náusea para que este engendro saliera adelante, aunque su misión fundamental era mantener la unidad del país y defenderlo de sus enemigos, todo con el fin de mantenerse en el poder.

La coincidencia de la victoria de España y su entrada en la final de la Copa del Mundo y la salida de los armarios catalanes de un montón de banderas rojigualdas,  ha despertado el temor de un posible fracaso de esta manifestación y que uno de los líderes nacionalistas, Josep Lluis Carod Rovira, diga que estas banderas españolas en los balcones podrían superar en numero de las senyeras de la manifestación. Ello no es más que una visualización del distanciamiento de un pueblo catalán que tiene otras prioridades y ante todo desea trabajo y libertad frente a un poder nacionalista que quiere meterlo debajo de su bota.

Las Constituciones en un principio se redactaron para proteger a los ciudadanos contra la creciente intromisión de los poderes públicos y reconocer los derechos de los individuos y miembros de una comunidad frente a la tiranía las han convertido de facto en una especie patente de corso para que las castas políticas puedan esquilmar y dilapidar la riqueza de sus territorios y no se vean molestadas por las reinvidicaciones y necesidades de sus administrados.
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