Xavier Carrió
Un año más el centro de Madrid se ve colapsado por la mayor concentracion de Europa de gays, lesbianas, bisexuales y transexuales que fue pensada en un principio para la reivindicación de la dignidad intrínseca de cada ser humano, que no debe verse afectada por su conducta ni orientación sexuales. En un principio, hace unos 15 años fue una llamada de atención de estos colectivos a los ciudadanos y a la Administración con respecto a su discriminación y con respecto al resto de la sociedad.
En estos ultimos años dichos derechos han sido prácticamente conseguidos por la mayoria de estos colectivos y se ve con normalidad cualquier orientación de las personas por lo que el caracter reivindicativo ha pasado a segundo término, para convertir estos en una demostración de fuerza con que tales colectivos presionan ante la Administración para la obtención de más beneficios y prebendas.
La Asociación de Vecinos de Chueca la forman ya muchas personas que viven en el barrio. Hace un año ni siquiera se conocían y ahora se han unido como una gran piña. Muchos de ellos son homosexuales, pero también hay heteros, mayores y jóvenes, familias con niños, comerciantes… Todos vecinos del barrio de muy distinta procedencia, pero con una sola voz: adoran su barrio y no aceptan la degeneración en la que se ha convertido. No quieren dar nombres, se sienten amenazados. Sin embargo, quieren dejar claro que están a favor de la fiesta.
Así esta fecha se ha convertido en un gran negocio para la hostelería madrileña con una gran concentración de personal venido de distintos lugares, que públicamente da rienda suelta a cualquiera de sus tendencias por distintos barrios de Madrid, castiga a los vecinos de Chueca, especialmente a la comunidad homosexual que se trasladó a vivir hace unos años a Chueca que han madurado con el paso de los años la mayoria con trabajo e hijos menores que ahora ya no están tan ufanos del macrobotellón. Se monta durante cinco días a la puerta de sus casas que les impide el descanso con el ruido las veinticuatro horas y por la porquería que dejan esparcida por todo el barrio, una vez se ha acabado una fiesta de la que ya no se sienten tan orgullosos.
¿Orgullo?…. Reivindicar los derechos de los homosexuales no es plantarse un tanga y una pluma en la cabeza y subirse a una carroza para hacerse la loca.