Ayer en Bilbao volvió a escenificarse otra parodia que hemos visto en otras ocasiones. Para los terroristas se hace necesario y urgente una actuación para llenar sus arcas. Unas arcas con las que financiar la pólvora para la liquidación de la libertad. Una pólvora para segar la vida de los ciudadanos que defienden la democracia. Alli se montó una parodia de pacto entre EA y Batasuna para concurrir conjuntamente a las elecciones locales y de esa forma no perder sus fuentes de financiación criminal.
Y siempre los mismos protagonistas Otegi, Eguiguren, Rubalcaba y un partido socialista con deseos de volver a las andadas. El presidente de los socialistas vascos, Eguiguren, se olvida de las víctimas cuando abre una puerta a Batasuna. Solicita su legalización sin que haya una previa condena hacia los asesinatos, más de ochocientos, en los casi cuarenta años de vida de ETA. Eguiguren es un gran michelin para el socialismo vasco y también para la democracia. Rubalcaba niega rotundamente cualquier acercamiento, pero ya sabemos de la calidad de sus mentiras, Y los socialistas necesitan de un acontecimiento que aminore su previsible desastre en las urnas. Una comedia no por conocida menos sangrante. Hacen de poli bueno y poli malo.
El engaño de los terroristas, esta vez, no puede cuajar en la democracia. La voluntad del sistema que viene reflejado a través de los políticos, que dirigen las instituciones, debe permanecer fuerte ante quienes pretenden dilapidar el edificio que hemos construido, con grandes esfuerzos entre todos. El pueblo vasco ya los ha soportado demasiado tiempo.