Jose Luis Rodríguez Zapatero, en su visita al Papa Benedicto XVI, le anunció su decisión de convertir a España en un estado laico y su intención de dictar la Ley de Libertad Religiosa, o Ley anti cristianismo, a pesar de que nadie esta reclamando esa ley. Como no tenemos motivos para estar cabreados, ha decidido crear otra vía de confrontación para que cada español tenga otros motivos de preocupación y ande distraído con asuntos que no sean los del paro o la economía, cuando ya la mayoría de los españoles ya hemos conseguido ponernos de acuerdo en que el principal problema de este país es su permanencia en el poder, como sea.
A este sujeto que ha demostrado sobradamente que no sive para administrar este país, le gusta dictar leyes y meterse donde a nadie debería de importarle, restringiendo nuestros derechos más íntimos de nuestra libertad y las íntimas creencias personales. Zapatero es un ser sin escrúpulos. Usa cualquier herramienta para aferrarse al poder. Es como un psicópata, no siente remordimientos por los enfrentamientos que provocan sus disparates.
Solo sabe que levantando este bote de humo, de paso que retira las cruces que tanto le disgustan y la presencia católica de las calles en la medida que puede hacerlo (que quite la Semana Santa si hay cojones), conseguirá que en España se deje de hablar de ruina económica, de desastre de gestión y de imbecilidad e incapacidad de los gobernantes corruptos que tenemos.
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NOTA DEL EDITOR.- El presidente del Gobierno, Rodríguez Zapatero, a sus colaboradores más cercanos les confesó en la Semana Santa de 2009 que no tenían sentido las pagas extraordinarias de Navidad y del 18 de julio. La primera porque España era un país aconfesional y la paga de Navidad tenía reminiscencias religiosas, mientras que la segunda era precisa su supresión, porque tenía reminiscencias franquistas con el 18 de julio; es más, garantizó que «daría los pasos necesarios para su supresión antes de acabar la presente legislatura».