Lejos, muy lejos, queda la afirmación de la insigne estadista Leire Pajín, cuando con motivo de la conjunción de Obama, como presidente de EEUU, y de Rodríguez Zapatero como de la presidente de turno de la Unión Europea, afirmó solemnemente que se iba a producir un “acontecimiento de interés planetario”, que luego rebajó a “mundial” con la humildad que caracteriza a la de los tres sueldos.
Ya hemos despertado de aquel ensoberbecimiento sueño progresista, que llevó a Zapatero a calificar de “fracasada” a la presidenta alemana Angela Merkel, que ahora le ordena las medidas, y a ponerse como ejemplo mundial de crecimiento económico.
Y desgraciadamente ese despertar ha sido con un jarro de agua fría para nuestros mayores y empleados públicos.
Hoy, cuando nominalmente aún presidimos la Unión Europea, España es un país intervenido por nuestros presididos. Los teóricos subordinados nos imponen las políticas, nos examinan de los resultados, nos suspenden y, como los malos estudiantes, nos pasaremos el verano haciendo los deberes que no quisimos hacer en seis años.
El gobierno de España es incapaz de autogestionarse, en 2009 gastó casi el doble de lo que ingresó, 205.000 millones de gasto y solo 105.000 de ingresos, este año vamos ligeramente peor. De cada 2 de nuestras pesetas de gasto público central una es prestada por la Unión.
Ahora vivimos con la respiración asistida que nos prestan nuestros socios europeos, que han aportar a España la liquidez que nuestros ingresos no alcanzan, y que tuvieron que soportar, además, una pedantería sin igual, cuando quién nos preside presumía hace poco más de un año, en Nueva York, de que nuestra Nación “cuenta con el sistema financiero más sólido de la comunidad internacional” y alardeó de superar a Italia y Francia en renta per cápita.
El tiempo pone a cada uno en su sitio y si el presidente socialista de Extremadura, Fernández Vara, acaba de afirmar, en referencia al Gobierno que “uno tiene que mirarse al espejo y ser consciente de su insuficiencia”, la pasada semana fue Felipe González quién recordó que rectificar a diario era de necios.
Porque ciertamente de la rectificación, nuestros gobernantes han hecho una forma de vida. Pedro Castro, presidente de la Federación Española de Municipios y Provincias, que ahora justifica el decretazo para limitar el crédito a los ayuntamientos, hace unos meses lanzaba la recomendación a los 8.000 ayuntamientos españoles de “haz todo lo que debas y debe todo lo que hagas”, en una apología del endeudamiento público propia del socialismo que nos rige, y que nos ha traído donde estamos.