No se persigue el fraude real existente en el pago del paro. No se toca el creciente engaño existente con las ayudas familiares y las de 400 euros por haber agotado los dos años de paro. Tampoco se controla el abusivo tiempo de permanencia en el paro, a pesar de que si algo sobra en España es trabajo.
Abunda el fraude en los burdeles sindicales, donde los liberados campan a sus anchas, mientras el empresariado tiene que abonar su nómica, costes de la Seguridad Social, derechos pasivos, vacaciones y pagas extraordinarias. Pero todos esos abusos no parecen importarle al Gobierno socialista. Su objetivo es dañar a toda costa a uncionarios y jubilados; precisamente, los menos culpables de la crisis.
Una crisis que el Gobierno debió trasladar al ámbito privado. Resulta que echa las cargas a quienes llevan soportándolas años y años. Mientras en el ámbito privado los trabajadores han recibido subidas espeluznantes en los años de bonanza, el funcionariado ha perdido poder adquisitivo desde 1993; lo que hace que los sueldos del funcionario se hayan quedado muy por debajo del coste de la vida. Han sido los pobrecillos del paranoico sistema que los socialistas han sujetado, porque no lo entendían, y ahora pretenden que arrimen el hombro, la espalda y toda su sapiencia. Actualmente, funcionarios y pensionistas son los «pobres de solemnidad» de la trama socialista.
El presidente Zapatero, desconcertado como casi siempre, vuelve a improvisar en su plan de ajuste, haciendo más daño a quienes más cerca tiene físicamente, pero cada vez más alejados ideológicamente. Tal vez lo más triste es que, dentro de la torpeza que se le reconoce, ha consentido que ese ajuste venga desde fuera, impuesto a presión y siendo injusto a todas luces, lo cual agudiza aún más su torpeza y sus acreditadas malas artes.
Se puede reducir el gasto público sin necesidad de sacrificar a funcionarios y jubilados. Hay muchos asientos contables de donde sacar dinero. Asientos cuyos montantes económicos no sirven para nada, salvo para pagar ‘babeo‘, genuflexión, silencio y obedicencia. De ahí que se puedan eliminar Ministerios horteras e inservibles (Vivienda, «Igual-Da», Cultura,…y dos vicepresidencias con absurdos cometidos), Eliminar cuanto antes el injusto y fraudulento PER, rebajar el subsidio de paro y el tiempo de cobro, eliminar ayudas insolidarias que solo fomentan la obediencia, perseguir el fraude y rebajar los sueldos en numerosas actividades del ámbito privado (se puede hacer hasta un 15%, sin que se resienta el trabajador de la empresa privada).
Nadie tiene dudas que el recorte es improvisado. Y lo es porque las medidas carecen de sentido y de ética, así como no van a aportar los medios que pretende el Gobierno del impresentable presidente del Gobierno. El indigente intelectual de Moncloa ha hecho recaer todo el peso del presunto ajuste sobre los colectivos más débiles, especialmente los funcionarios. Pero lo que no se ha parado a pensar es que son quienes más daño van a hacer a su partido y a sus planes, tanto a diario como en campaña electoral. Y lo harán, no solo rebajando su trabajo en la misma proporción, sino paralizando cuantos programas pretenda sacar adelante el Gobierno socialista.
En los próximos meses se va a demostrar que las medidas de Zapatero son erróneas, improvisadas, dañinas para la economía y desastrosas para sus programas. Si a ello unimos que la subida del IVA llevará aparejadas algaradas en la calle y fuerte rebaja en las compras, entonces habremos comprobado — una vez más — que el indigente socialista esta acabado y que debe de convocar elecciones cuanto antes.